Columna

El Parlamento, ¡unánime!

Hay que felicitarse. El pasado día 12, el Parlamento andaluz se mostró unánime -han leído bien-, en torno a una proposición no de ley que presentó el andalucista Antonio Moreno. Por ella se insta -qué bello vocablo- a la Junta de Andalucía a tomar medidas contra la "ridiculización" que se hace de los andaluces en varias series españolas de televisión, tales como Aquí no hay quien viva, Ana y los siete, Mis adorables vecinos y Los Serrano. Según parece, abunda en ellas el rol de porteros o de criadas andaluces, con su peculiar gracejo y habla equivocada, y no el de médicos o aboga...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Hay que felicitarse. El pasado día 12, el Parlamento andaluz se mostró unánime -han leído bien-, en torno a una proposición no de ley que presentó el andalucista Antonio Moreno. Por ella se insta -qué bello vocablo- a la Junta de Andalucía a tomar medidas contra la "ridiculización" que se hace de los andaluces en varias series españolas de televisión, tales como Aquí no hay quien viva, Ana y los siete, Mis adorables vecinos y Los Serrano. Según parece, abunda en ellas el rol de porteros o de criadas andaluces, con su peculiar gracejo y habla equivocada, y no el de médicos o abogados. Vieja historia. Tan vieja, que ya casi huele.

He perdido la cuenta de cuántas van, y no sé que haya ocurrido nada al respecto. La última fue allá por diciembre de 2001, cuando el grupo socialista se pronunció de manera semejante y recibió una andanada soberbia por parte de once aguerridos profesores universitarios, once. Confabulados así, en equipo, contra la medida, alegaron que los políticos no eran quién para ocuparse de estas cosas, que el habla y la dignidad andaluzas se defienden solas (ya se ve), y que los mexicanos tienen más derechos que los andaluces a que el Diccionario de la Academia Española recoja más términos suyos, puesto que son más que nosotros. Así de lindo. No sé si tendría algo que ver que algunos de aquellos conspicuos profesores venían siendo sufragados, en menesteres académicos de parecido tenor, por dineros de instituciones gobernadas por el PA. Esta vez he dejado pasar un tiempo, por si también ahora protestaban los cátedros de la cosa. Pero es el caso que, hasta la presente, no han dicho ni pío. De donde infiero que tal vez hayan cambiado de postura. Claro que, como la iniciativa ha partido de un parlamentario andalucista, no logro quitarme la sospecha.

Nada de eso, sin embargo, tiene la menor importancia, al lado de lo principal: ahora el Gobierno andaluz, en obediencia a lo que acaba de exigir, clamoroso, el Parlamento, ha de aprobar medidas concretas contra esa plaga de andaluz chistoso y subalterno. Deseando estoy verlas. Ya me imagino al intrépido Zarrías presentándose en el juzgado de guardia: Buenas, que vengo a denunciar a Fernando Tejero, actor, por representar el estereotipo de andaluz graciosillo en una serie de televisión que nos denigra, ¿Y eso, con base en qué ley?, preguntará seguramente el magistrado de turno, Pues...

En mi humilde criterio, lo primero que ha de hacer el Parlamento, antes que instar, es legislar. Que es lo suyo. Y luego la Junta que decrete y dicte. De lo contrario, nos podremos meter en un nuevo capítulo del bello arte de brindar al sol. Y lo segundo, dar ejemplo. Que nuestras radios y televisiones utilicen el andaluz culto en todos sus espacios, incluidos los informativos, y no sólo en los arrabales de la programación. Y si a los locutores no les sale al pronto ese registro, pues que se hagan a la idea transitoria de que son mexicanos. En fin, que no esperemos a que otro Antonio Moreno nos venga a sacudir la mala conciencia, dentro de otros cuatro añitos. Para entonces, y según se está poniendo el gallinero de Blas Infante, a lo mejor ya ni quedan andalucistas en la Cámara.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En