Sólo 4.000 jóvenes acuden a la primera jornada del Womad

Alrededor de 4.000 espectadores -muchos menos de los previstos- había sobre las nueve de la noche de ayer en el recinto acotado junto al lago de la madrileña Casa de Campo para disfrutar de la primera velada del mítico Womad, el festival internacional de música impulsado por Peter Gabriel, ex líder del grupo musical Genesis, para dar relevancia a los sonidos que tienen difícil cabida en el mercado convencional del pop o el rock.

A las cuatro y media de la tarde, bajo un sol implacable, se abrían las puertas del Womad madrileño y un puñado de chicos extranjeros, aunque expresándose en pe...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Alrededor de 4.000 espectadores -muchos menos de los previstos- había sobre las nueve de la noche de ayer en el recinto acotado junto al lago de la madrileña Casa de Campo para disfrutar de la primera velada del mítico Womad, el festival internacional de música impulsado por Peter Gabriel, ex líder del grupo musical Genesis, para dar relevancia a los sonidos que tienen difícil cabida en el mercado convencional del pop o el rock.

A las cuatro y media de la tarde, bajo un sol implacable, se abrían las puertas del Womad madrileño y un puñado de chicos extranjeros, aunque expresándose en perfecto castellano, se aprestaban a adentrarse los primeros en una fiesta musical de la que los especialistas en world music han valorado de modo singular el escaso atractivo de sus cabezas de cartel: gente que ha venido ya a España en muchas otras ocasiones e, incluso, ha actuado gratuitamente en Madrid.

Esos primeros jóvenes y unos pocos más fueron simbolizando en las primeras horas de la tarde el afán de Madrid por celebrar la integración entre las diversas nacionalidades. Eran las primeras horas y los puestos de ventas de artesanía típica mostraban sus productos: vestidos, collares, fulares, gorros de colores, zapatos hechos con materiales de países exóticos, bolsos marroquíes, babuchas, instrumentos musicales africanos, cojines, alfombras, trenzas rasta... Resultaba curioso que las personas que atendían esos puestos hablasen a los clientes exclusivamente en inglés.

Los que hablaban en castellano eran los representantes de los alfareros de Madrid, que también ofrecían sus piezas junto a puestos de ONG que abogaban por la protección de los derechos de los emigrantes. Lentamente los grupos fueron afluyendo a los cuatro escenarios dispuestos, de entre los que destacaba el Pabellón de los Espejos; en él se ofrecieron varios talleres musicales y de circo que hicieron las delicias de los niños, que no pagaban entrada. Los adultos sí: 12 euros la entrada para un día y un bono de 20 euros para los tres (viernes, sábado y domingo).

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En