58º FESTIVAL DE CANNES

Amos Gitai y Win Wenders pierden frescura en sus nuevas películas

Pelé y Maradona arropan la avalancha de películas de fútbol que se presentan en el certamen

El israelí Amos Gitai con Free zone, y el alemán Win Wenders con Don't come knocking no han estado a la altura de lo que se esperaba de ellos. Gitai ha realizado una película confusa y precipitada, mientras que Wenders vuelve sobre las huellas estéticas de Paris, Texas, con la que ganó la Palma de Oro hace 20 años, pero con una historia, escrita en colaboración con Sam Shepard, de menor calado.

Ambos directores han trabajado deprisa. Amos Gitai terminó de escribir el guión de Free zone a principios de enero, comenzó a rodar en febrero, y dos meses después la ...

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El israelí Amos Gitai con Free zone, y el alemán Win Wenders con Don't come knocking no han estado a la altura de lo que se esperaba de ellos. Gitai ha realizado una película confusa y precipitada, mientras que Wenders vuelve sobre las huellas estéticas de Paris, Texas, con la que ganó la Palma de Oro hace 20 años, pero con una historia, escrita en colaboración con Sam Shepard, de menor calado.

Ambos directores han trabajado deprisa. Amos Gitai terminó de escribir el guión de Free zone a principios de enero, comenzó a rodar en febrero, y dos meses después la tenía lista para Cannes. Todo un récord de velocidad, de lo que la película se resiente. Una joven norteamericana (Natalie Portman) llora en el interior de un taxi conducido por una israelí (Hanna Laszlo) que quiere marcharse de Jerusalén para llegar hasta la zona franca de Jordania y encontrarse allí con un socio de su marido, que les debe dinero: la chica americana, recién abandonada por su novio, decide acompañarla. Allí se encuentran con una mujer palestina (Hiam Abbass) por la que se enteran de que el dinero ha desaparecido. Tras algunas peripecias, la americana huye en el punto fronterizo, dejando a las dos mujeres, que discuten acaloradamente y sin entenderse mientras duran los largos títulos finales. En la película se oye una canción, cuyo resumen dice: "¿Hasta cuándo durará este ciclo infernal? Del opresor y el oprimido, del verdugo y la víctima, hasta cuándo esta locura". Si la intención de Gitai era ilustrar este mensaje, quizá hubiera bastado con recitar la canción; su película no ayuda a entenderla.

Wenders cuenta una historia de sentimientos con un tono narrativo gélido que se hace ajeno
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El aburrido viaje en coche de las mujeres está ilustrado con imágenes del exterior, un tanto a la manera, no menos plana, de Abbas Kiarostami, y con recuerdos de algunos momentos de la vida amorosa de la chica americana, especialmente de la visita de la madre de su novio (Carmen Maura), que no se sabe qué añade a la historia.

Win Wenders es, desde luego, otra cosa. Aunque rodada en sólo 36 días, su película tiene empaque visual, y la estupenda presencia de Sam Shepard y de Jessica Lange, lo que siempre es de agradecer. Sin embargo, a pesar de contar una historia de sentimientos, el tono narrativo es gélido y se hace ajeno. Un viejo actor abandona el rodaje de un western a lomos de un caballo, da tumbos por diversas poblaciones, visita a su madre (Eva Marie Saint), que se sorprende de que él no sepa que hace unos 30 años dejó embarazada a una novia, más o menos lo que le ocurre a Bill Murray en Broken flowers, la película de Jim Jarmusch, aunque sin su tono de comedia. Wenders no tiene su sentido del humor. El actor de esta historia encuentra fácilmente al hijo desconocido, que le recibe de uñas, y de paso se encuentra con una hija cuya existencia también ignoraba. Wenders riza el rizo sin emocionar.

El pasado que vuelve es tema común a varias películas del festival, desde la japonesa Bashing, a las de Atom Egoyan (Where the truth lies), David Cronenberg (Una historia de violencia), la excelente de Michael Haneke (Caché)... por hablar sólo de las presentadas a concurso. Algo querrá significar ese afán colectivo por clarificar el ayer, loable empeño que sería más trascendente si las películas tuviesen mayor enjundia. La de Wenders, que fue aplaudida, parece a ratos una copia de sí mismo, y como toda copia, tiene algo de caricatura.

Otro tema que parece interesar estos días a productores y directores es el fútbol. A juzgar por lo visto y anunciado en el mercado de Cannes se avecina una notable goleada de películas. El legendario Pelé ha estado en el festival promocionando Pelé forever, y hoy llega Maradona para hacer lo propio con la suya. El brasileño Bruno Barreto ha presentado Casamiento de Romeo y Julieta, donde las cuitas entre las familias de los enamorados se deben a que prefieren equipos contrarios. Se ha visto igualmente El partido de sus vidas, del norteamericano David Anspaugh, sobre la Copa del Mundo de 1950. Se anuncia el estreno de Gol, del londinense Danny Cannon, con Diego Luna como protagonista, y con la participación entre otros, de Beckham, Raúl, Zidane... Sobre este último se está rodando Zidane, un retrato del siglo XXI, mientras continúa la filmación en distintos lugares del mundo de Real, cuyo hilo conductor es la pasión de todos por el Real Madrid. Enseguida va a estrenarse en España Galatasaray contra el Depor, que se vio en el pasado festival de Berlín... Habrá que ir entrenándose.

Win Wenders, ayer en el Festival de Cannes.REUTERS
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