Columna

La Red

Como siempre he sido una amante de la ciencia ficción, me fascina la evolución de la Red, que en pocos años está yendo mucho más allá de lo que pudieron imaginar los más audaces visionarios. La Red se está convirtiendo en la piel del mundo y, estrechamente pegada al cuerpo social, evidencia la realidad en la que vivimos. Y así, en la Red existen cosas tan formidables como la Wikipedia (http://en.wikipedia.org/wiki/Main_Page), que es una enciclopedia internacional, abierta y gratis, que está hecha, de manera colectiva, por todos y cada uno de los internautas del planeta. Tú mismo puedes ...

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Como siempre he sido una amante de la ciencia ficción, me fascina la evolución de la Red, que en pocos años está yendo mucho más allá de lo que pudieron imaginar los más audaces visionarios. La Red se está convirtiendo en la piel del mundo y, estrechamente pegada al cuerpo social, evidencia la realidad en la que vivimos. Y así, en la Red existen cosas tan formidables como la Wikipedia (http://en.wikipedia.org/wiki/Main_Page), que es una enciclopedia internacional, abierta y gratis, que está hecha, de manera colectiva, por todos y cada uno de los internautas del planeta. Tú mismo puedes colgar una entrada en ella si lo deseas, y, lo que es más, tú mismo puedes editar y cambiar cualquiera de las entradas existentes. De vez en cuando, claro está, algún gracioso intenta colar alguna necedad. Por ejemplo, hace unos días, en el artículo sobre Ratzinger, apareció un párrafo que decía que Benedicto XVI había sido mujer y era, por lo tanto, un transexual. Pero los controladores de la enciclopedia, o los propios internautas, borraron esta mentecatez a los pocos minutos. Porque lo verdaderamente emocionante y fabuloso es que la Wikipedia es un producto serio y bien hecho, una fuente de consulta muy apreciable. Un logro colectivo espectacular que da fe de lo mejor de los humanos, de nuestra capacidad innata para organizarnos, de nuestro amor por el conocimiento y de nuestra necesidad, aún más hermosa, de compartir ese conocimiento con los demás.

Claro que no todos los rincones de la Red son igual de alentadores. Como cualquier piel, también se introduce en los entresijos más oscuros del cuerpo social, como, por ejemplo, en la pedofilia. Pero, sin llegar a estas tinieblas, hay otras iniciativas un tanto espeluznantes. Leo en El Mundo que una página alemana (www.jobdumping.de) ofrece empleos subastando el sueldo a la baja. Por ejemplo, alguien necesita un secretario y ofrece pagar treinta euros la hora. ¿Quién acepta menos? El que esté dispuesto a trabajar más barato es que el se lleva el puesto. Una muestra desasosegante de tiranía laboral que, al parecer, abrirá página en español en el próximo otoño. Ya digo, la Red, como el espejito de la madrastra de Blancanieves, lo muestra todo.

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