Reportaje:

Argelia amordaza a la prensa

Llueven las demandas judiciales desde la Administración de Buteflika contra los diarios más críticos

La prensa escrita argelina, hasta ahora una de las más libres del mundo árabe junto con la libanesa, está dejando de serlo. Se acabaron esas portadas rompedoras arremetiendo contra el presidente Abdelaziz Buteflika o denunciando escándalos de corrupción. Llueven las demandas y las condenas de periodistas. Y los diarios edulcoran sus críticas.

Desde que fue reelegido presidente, hace un año, Buteflika ha tratado de afianzar su poder. En julio logró la dimisión del jefe del Estado Mayor, el general Mohamed Lamari, al que sustituyó por uno de sus hombres, Gaid Salah, y también cambiaron en...

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La prensa escrita argelina, hasta ahora una de las más libres del mundo árabe junto con la libanesa, está dejando de serlo. Se acabaron esas portadas rompedoras arremetiendo contra el presidente Abdelaziz Buteflika o denunciando escándalos de corrupción. Llueven las demandas y las condenas de periodistas. Y los diarios edulcoran sus críticas.

Desde que fue reelegido presidente, hace un año, Buteflika ha tratado de afianzar su poder. En julio logró la dimisión del jefe del Estado Mayor, el general Mohamed Lamari, al que sustituyó por uno de sus hombres, Gaid Salah, y también cambiaron entonces los jefes de cuatro de las seis regiones militares.

Seis meses después, Buteflika recuperó el control de la principal formación política, el Frente de Liberación Nacional (FLN, antiguo partido único), que le había arrebatado Alí Benflis para utilizarlo como trampolín electoral en las presidenciales que perdió. El congreso del FLN eligió incluso al jefe del Estado presidente honorífico del partido.

La tarea de amansar a la prensa está llevando más tiempo, pero el Ejecutivo ha marcado ya unos cuantos puntos. Los periodistas argelinos sitúan su inicio en mayo de 2004, con una retahíla de demandas por difamación contra Ghoul Hafnaoui, el corresponsal en Djelfa de varios diarios de Argel, que pasó unos meses en la cárcel por haber denunciado las negligencias de una maternidad en la que murieron, en dos semanas, 13 recién nacidos.

Las últimas víctimas de este empeño por domar a la prensa han sido, la semana pasada, cinco periodistas del extinto diario Le Matin, cuya sede fue subastada en verano porque no pudo pagar una deuda que el fisco reclamaba con apremio. Los cinco han sido condenados a multas y a entre dos y tres meses de prisión por artículos relacionados con malversaciones financieras en la concesión de licencias de telefonía móvil y en la reventa de un edificio de la petrolera pública Sonatrach.

Entre los cinco figuraba Mohamed Benichou, director de Le Matin, el principal detractor de Buteflika. Desde junio de 2004 cumple una condena de dos años de cárcel, a los que se han añadido ahora otros tres meses, que le fue infligida después de que Hacienda le acusase de "infracción a la legislación sobre control de cambios". Aunque sus diarios siguen saliendo, los directores de otros tres grandes rotativos -El Khabar, El Watan y Liberté- fueron condenados en enero a fuertes multas y penas de cárcel que sólo cumplirán si reinciden.

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Derrota judicial

Benichou, que padece artrosis e hipertensión, sufrió la semana pasada una segunda derrota judicial. Un tribunal rechazó la solicitud de su puesta en libertad provisional presentada por sus abogados, que alegaron el deterioro de su estado de salud en la cárcel. "Son horas negras para la libertad de prensa en Argelia", comentó a la salida el letrado Jaled Burgayu.

Durante la década pasada, en plena guerra civil larvada entre islamistas y fuerzas de seguridad, el grueso de la prensa escrita secundó plenamente a estas últimas. Este apoyo no le hizo perder capacidad crítica, más bien lo contrario, con relación a otras políticas que no afectase a la lucha antiterrorista. Así fue ganando mayores cuotas de libertad de expresión que ahora empieza a perder.

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