Reportaje:

Maratón de videojuegos

Un centenar de chavales acuden a una 'lan-party', una fiesta en la que juegan en red durante 48 horas ininterrumpidas

David Rubio tiene 18 años y el viernes durmió en un saco de dormir junto a su ordenador. No pierde un minuto: "He llegado a estar dos días ante la pantalla sin parar, comiendo con una bandeja sobre las piernas". Es uno de los 120 chicos que este fin de semana participan en la lan-party organizada por el colegio mayor Diego de Covarrubias, de la Complutense.

Todos juegan al Counter Strike, un famoso videojuego en el que uno de los equipos es de terroristas y el otro de policías. Y todos tienen un objetivo: ganar los 1.000 euros de premio con su clan [equipo habitual de jueg...

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David Rubio tiene 18 años y el viernes durmió en un saco de dormir junto a su ordenador. No pierde un minuto: "He llegado a estar dos días ante la pantalla sin parar, comiendo con una bandeja sobre las piernas". Es uno de los 120 chicos que este fin de semana participan en la lan-party organizada por el colegio mayor Diego de Covarrubias, de la Complutense.

Todos juegan al Counter Strike, un famoso videojuego en el que uno de los equipos es de terroristas y el otro de policías. Y todos tienen un objetivo: ganar los 1.000 euros de premio con su clan [equipo habitual de juego]. "Se trata de colocar una bomba en una de las dos zonas predeterminadas y, si eres poli, de evitarlo. Para eso tienes casi todas las armas que hay en el mercado", explica Roberto Hiniesta, de 17 años. Es miembro del clan de los wizards -magos, en inglés-, igual que David, que luce una esclava de plata con el nombre del clan.

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Una lan-party como ésta -la segunda que se celebra en Madrid en lo que va de año, después de la de Pozuelo- sirve "para entrenarse en el juego, aunque antes ya hayas ensayado estrategias de ataque. Pero sobre todo, para medirte con otros clanes e ir ganando dinero", cuenta Luis Miguel Escudero, de 15 años. Sus padres lo llevaron a la lan resignados a que esté dos días ante el ordenador, y sólo le piden que esto "no interfiera en los estudios", dice Julián, el padre.

La economía de los chavales de esta edad suele ser exigua, y los videojuegos o accesorios del ordenador, caros. "Gasto 20 o 30 euros a la semana entre juegos, tarjetas gráficas, refrigeración líquida...", dice Roberto Hiniesta, que trabaja de reponedor. Nada que ver con los 3.000 euros que cuesta el ordenador de Seyeca, el nombre de guerra -cada uno elige un apodo virtual- de Miguel Ángel Sánchez, de 37 años. "Voy a todas las lans de España, porque tengo una web [www.lanparty.com.es] en la que las califico". Llega con su propia silla y dos ordenadores. Seyeca tiene fama de invencible en el Counter Strike, y conoce bien el mundo de los videojuegos: "Madrid necesita una lan-party potente como la Campus en Valencia o la Euskal Encounter de Bilbao, donde se reúnen miles de personas. Aquí hay unas ocho al año, y son así, de unas 100 personas".

En la sala repleta de jugadores no hay ni una sola chica. "Tenemos fama de jugar mal, pero no es así. Somos menos y la temática de los vídeos no atrae tanto a las chicas. Pero está cambiando", dice por teléfono Mari Mar, organizadora del clan Existence.

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