Análisis:Impuestos | CONSULTORIO

Reforma sosegada

A la premura que inicialmente pareció apreciarse en la elaboración y posterior aplicación de la pretendida reforma del IRPF le ha sucedido un aparente compás de espera, tal y como se desprende de las últimas manifestaciones oficiales a este respecto, según las cuales se estima que su tramitación parlamentaria se desarrollará a lo largo de 2006, a fin de que pueda ser aplicable con efectos para 2007.

Cabe suponer que con ello no se pretende introducir una simple demora en su entrada en vigor, sino más bien arbitrar un periodo de reflexión a lo largo de este año que permita calibrar mejor...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

A la premura que inicialmente pareció apreciarse en la elaboración y posterior aplicación de la pretendida reforma del IRPF le ha sucedido un aparente compás de espera, tal y como se desprende de las últimas manifestaciones oficiales a este respecto, según las cuales se estima que su tramitación parlamentaria se desarrollará a lo largo de 2006, a fin de que pueda ser aplicable con efectos para 2007.

Cabe suponer que con ello no se pretende introducir una simple demora en su entrada en vigor, sino más bien arbitrar un periodo de reflexión a lo largo de este año que permita calibrar mejor el alcance tanto de la reforma en general como de sus aspectos concretos en particular, sin perjuicio de haber quedado ya trazadas las líneas fundamentales de las modificaciones a introducir.

Mejorar el trato a las rentas del trabajo, fijar tipos y tramos y determinar el mínimo exento, deben ser los ejes básicos de la reforma

Efectivamente, la mejora del trato fiscal a las rentas del trabajo, la mayor equidad posible en la influencia que las circunstancias personales y familiares del contribuyente deben tener sobre la tributación de su renta, juntamente con la fijación de los tipos y tramos de la tarifa del impuesto, así como la determinación del mínimo exento, constituyen los ejes básicos en los que se deberá inspirar la reforma, sin omitir la revisión de algunas deducciones y el tratamiento de las plusvalías, si bien estas últimas cuestiones hayan disminuido, al parecer, su importancia inicial.

Con ello se trata de combinar el carácter esencialmente progresivo del impuesto con el necesario pragmatismo derivado de la realidad cotidiana, el contexto internacional y con las exigencias recaudatorias, en todo caso, dependientes de la evolución de la actividad económica. Sin perder de vista el efecto negativo que una reforma excesivamente radical pudiera suscitar en la ciudadanía, desconcertada por este tributo en constante evolución.

Por otra parte, y como complemento de cualquier reforma tributaria, sea la del IRPF o la de otros impuestos, se destaca la necesidad de intensificar la lucha contra el fraude fiscal, pues escaso valor atribuye a una norma su propio incumplimiento.

Archivado En