OPINIÓN DEL LECTOR

Metro y ruido

Demasiados ruidos hay en el metro de Madrid. Así, y entre otros, estridentes pitidos de los trenes, que se meten por el oído como un berbiquí acústico; fuertes chirridos de los vagones y de las escaleras rodantes; violentos resoplidos súbitos de 30 decibelios -o más- en el aire acondicionado, excesos megafónicos o imposiciones megafónicas innecesarias, etc. En cuanto a estas últimas, debe recordarse que el metro es un servicio colectivo que se utiliza por necesidad y en el que están de sobra cualesquiera imposiciones megafónicas, sean las que sean, que no resulten realmente indispensables para...

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Demasiados ruidos hay en el metro de Madrid. Así, y entre otros, estridentes pitidos de los trenes, que se meten por el oído como un berbiquí acústico; fuertes chirridos de los vagones y de las escaleras rodantes; violentos resoplidos súbitos de 30 decibelios -o más- en el aire acondicionado, excesos megafónicos o imposiciones megafónicas innecesarias, etc. En cuanto a estas últimas, debe recordarse que el metro es un servicio colectivo que se utiliza por necesidad y en el que están de sobra cualesquiera imposiciones megafónicas, sean las que sean, que no resulten realmente indispensables para el funcionamiento del servicio. Luego está, dentro de los vagones, el voceo del nombre de las estaciones, precedido de una triple descarga megafónica, que para nada hace falta, y todo ello a un volumen frecuentemente demasiado elevado. En el metro de Madrid hace falta que haya menos impactos sónicos y no más aún.

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