Un campo de batalla de financieros y constructores

La Banca Nazionale del Lavoro (BNL) ha sido durante largos meses el escenario de un culebrón muy aleccionador sobre las características, los problemas y los vicios del sistema financiero italiano. Dos grupos accionariales, conocidos como "el pacto" y "el contrapacto", pelearon por el control de una entidad que representaba lo poco que sobrevivía de la banca romana, o en general sureña, frente a la hegemonía bancaria del norte.

Poco a poco, los dos bandos fueron robándose espacios, hasta llegar a una situación de práctico bloqueo. El Banco de Italia prefería que la iniciati...

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La Banca Nazionale del Lavoro (BNL) ha sido durante largos meses el escenario de un culebrón muy aleccionador sobre las características, los problemas y los vicios del sistema financiero italiano. Dos grupos accionariales, conocidos como "el pacto" y "el contrapacto", pelearon por el control de una entidad que representaba lo poco que sobrevivía de la banca romana, o en general sureña, frente a la hegemonía bancaria del norte.

Poco a poco, los dos bandos fueron robándose espacios, hasta llegar a una situación de práctico bloqueo. El Banco de Italia prefería que la iniciativa hubiera correspondido a la Banca Popolare di Verona-Novara, cercana al "contrapacto". El primer paso, sin embargo, lo dio ayer el BBVA español, columna vertebral del "pacto".

La BNL había quedado al margen del baile de fusiones y alianzas de la banca italiana desde su privatización, en 1998, pero la fragmentación accionarial hacía de ella un lugar propicio para las luchas internas.

Hasta 2003, el Monte dei Paschi di Siena, con el 4,6% de las acciones, era considerado el candidato mejor situado para asumir el control. Pero la irrupción del BBVA cambió las cosas. La entidad española estaba dispuesta a adquirir una posición muy mayoritaria, pero las tendencias proteccionistas de la Banca de Italia (tendencias varias veces criticadas por la Comisión Europea) llevaron a marcar un límite al BBVA, que tuvo que conformarse con el 14,9%.

El BBVA, la aseguradora Generali, con el 8,5%, y la sociedad Dorint, del empresario Diego della Valle (propietario de los zapatos Tod's y de la sociedad futbolística Fiorentina), con el 5%, establecieron un pacto de sindicación de acciones que representaba el 28,5% de BNL y apoyaba a su presidente, Luigi Abete. Fuera del "pacto" quedaron Monte dei Paschi y Popolare Vicentina. Y contra el "pacto" establecieron un "contrapacto" un grupo de constructores romanos (Giuseppe Satatuto, Danillo Coppola) que hacían bandera de la romanidad de la BNL.

Una ampliación de 1.200 millones lanzada por el consejo de administración fue interpretada como un desafío por los "contrapactistas", que la cubrieron con el respaldo de otros empresarios inmobiliarios. Ambos bandos mantuvieron las respectivas posiciones, casi iguales y ambas justo por debajo del 30% que obligaba a lanzar una OPA.

En las últimas semanas, el Banco de Italia favoreció una maniobra por la que los constructores habrían vendido sus acciones a la Popolare di Verona-Novara y ésta, a su vez, habría planteado una OPA. Pero la Banca Popolare no sentía gran interés. Así estaban las cosas hasta que ayer se movió el BBVA.

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