La amante del banquero francés Stern confiesa que lo asesinó

La mujer mantenía una relación desde hacía varios años con el fallecido

El banquero Edouard Stern fue asesinado por su amante, una francesa de algo más de 30 años, detenida el martes por la policía suiza y que ayer confesó el crimen. El móvil, sin embargo, sigue sin estar claro, según reconoció el juez Michel Graber, que instruye el caso. Stern, de 51 años, fue hallado muerto el pasado 1 de marzo en su casa de Ginebra de cuatro disparos, dos en la cabeza, hechos con un arma corta.

Las primeras sospechas apuntaban hacia un ajuste cuentas de tipo mafioso que se hubiera querido enmascarar con una escenografía sadomasoquista, muy de acuerdo con los heterodoxos ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

El banquero Edouard Stern fue asesinado por su amante, una francesa de algo más de 30 años, detenida el martes por la policía suiza y que ayer confesó el crimen. El móvil, sin embargo, sigue sin estar claro, según reconoció el juez Michel Graber, que instruye el caso. Stern, de 51 años, fue hallado muerto el pasado 1 de marzo en su casa de Ginebra de cuatro disparos, dos en la cabeza, hechos con un arma corta.

Las primeras sospechas apuntaban hacia un ajuste cuentas de tipo mafioso que se hubiera querido enmascarar con una escenografía sadomasoquista, muy de acuerdo con los heterodoxos hábitos del banquero. El cadáver de Stern estaba acurrucado al pie de la cama. Iba vestido con una combinación de látex de color carne, llevaba arneses, estaba atado con correas y había recibido golpes.

Stern había perdido mucho dinero en inversiones inmobiliarias en Rusia durante la década pasada y los investigadores sospechaban de una relación con la mafia rusa que se hubiera salido de control. Sin embargo, el hecho de que la entrada al apartamento en el que residía, en uno de los barrios más exclusivos de Ginebra, no hubiera sido forzada, obligaba a centrarse en alguien conocido de la víctima.

La policía siguió la pista de la única de las seis llaves del apartamento que faltaba y la encontró en posesión de una mujer con la que Stern mantenía una relación desde hacía años. Una relación ciertamente tormentosa, porque además de sus contactos de tipo privado había demandas de tipo financiero de uno contra el otro. La mujer reconoció rápidamente la autoría del crimen, según fuentes policiales, e indicó que se había deshecho del arma poco después lanzándola al lago Léman.

"Se trata de una mujer con la que la víctima mantenía un relación íntima desde hacía años", dijo el juez en una entrevista a la televisión. "¿Su amante?", le preguntó el periodista. "Podríamos decir que sí", respondió el magistrado, que no quiso descartar que hubiera otro móvil más allá del que podría deducirse de la relación sadomasoquista que mantenían.

Permiso de armas

Conocer lo que pasa fuera, es entender lo que pasará dentro, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

La detenida ha sido trasladada a la prisión de Champ-Dollon, en las cercanías de Ginebra. En los últimos tiempos, Stern había explicado a sus socios y amigos que se sentía amenazado e incluso había pedido permiso para portar armas, que acababa de serle renovado.

Con fama de seductor y de poseer un fuerte carácter, ávido lector de poetas malditos como Verlaine o Rimbaud, Stern se había instalado en Ginebra en 1997 por razones fiscales y fue enterrado la pasada semana en el cementerio judío de Veyrier, en los alrededores de esta ciudad suiza. Hijo de una familia de banqueros que llegó a Francia en tiempos de la Revolución de 1789, con sólo 22 años consiguió convencer a los miembros de su familia de que le entregaran el control de la banca familiar, fundada en 1848, que pasaba por serios problemas, y se lo quitaran a su padre. La reflotó y la vendió en 1988 a un grupo de inversores libaneses. Su padre no le dirigió la palabra durante más de 15 años. Sólo lo hizo unos meses antes de morir.

Se casó con la hija de Michel David-Weill, otro de los más importantes banqueros franceses, patrón de la Banca Lazard. Durante unos años se le consideró su delfín, pero en 1997 rompió con su suegro, se separó de su mujer, Béatrice, con la que tuvo tres hijos, y se instaló en Suiza donde creó el fondo de inversiones IRR. En los últimos años había intentado hacerse con el control de algunas grandes empresas como la química Rhodia o la fabricante de gafas Grandvision, sin conseguirlo.

Archivado En