Escasa implantación

Menos del 40% de los hospitales españoles cuentan con unidades de cuidados paliativos, según el presidente de la sociedad médica de esta especialidad (Secpal), Xavier Gómez.

El desarrollo de esta disciplina en España partió a mediados de la década de 1990 de dos núcleos: Cataluña y Cantabria. "Pero últimamente se han incorporado otras comunidades con mucha fuerza, como Extremadura", apunta el médico.

Con un mayor desarrollo de estos servicios se reducirían o aclararían situaciones como la del hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid), acusado por dos denuncias anónimas -que la Co...

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Menos del 40% de los hospitales españoles cuentan con unidades de cuidados paliativos, según el presidente de la sociedad médica de esta especialidad (Secpal), Xavier Gómez.

El desarrollo de esta disciplina en España partió a mediados de la década de 1990 de dos núcleos: Cataluña y Cantabria. "Pero últimamente se han incorporado otras comunidades con mucha fuerza, como Extremadura", apunta el médico.

Con un mayor desarrollo de estos servicios se reducirían o aclararían situaciones como la del hospital Severo Ochoa de Leganés (Madrid), acusado por dos denuncias anónimas -que la Consejería de Salud ha trasladado- de malas prácticas en la sedación de pacientes de urgencias, opina el experto. "La existencia de protocolos y servicios es fundamental, no sólo porque ayudan a tratar a los enfermos terminales, sino porque forman grupos de referencia para todo el personal del hospital. Con las guías adecuadas se puede hacer un mejor seguimiento de la sedación o los analgésicos que se dan a los pacientes".

"Los cuidados paliativos se comenzaron a desarrollar a mediados de los sesenta en los hospices (hospitales para terminales) del Reino Unido. Pero la evidencia de su eficacia hace que cada vez intervengamos antes. Hay que tener en cuenta que en los últimos seis meses de vida de una persona se realiza el 70% del gasto farmacéutico per cápita, y es muy importante asegurarse de que este gasto sirve para que el enfermo y su familia -o las personas que están a su alrededor- estén lo más cómodos posible", afirma el médico.

La extensión de este tipo de servicios tiene la ventaja de que tranquilizan a los pacientes y hacen que disminuyan las peticiones de eutanasia. Según los expertos, "el mejor psicofármaco para un enfermo consiste en saber que en sus últimos momentos va a estar bien atendido".