Reportaje:

Chutes sí, pero con los pies

Pacientes del proyecto de heroína demuestran su recuperación jugando al fútbol con el personal del ensayo

Si no es por los adictos el encuentro no se juega. El equipo técnico del Programa Experimental de Prescripción de Heroína (Pepsa) retó ayer a sus pacientes a un partido de fútbol sala en el polideportivo Aynadamar de Granada, pero a la cita se presentaron más pacientes que médicos, enfermeros y trabajadores sociales. Para que se pudiera disputar, los heroinómanos -de rojo- tuvieron que prestarles varios jugadores hasta formar dos equipos de ocho. Al final, el mixto -de amarillo- se impuso por cinco a uno, pero no fue por el mejor estado físico de sus componentes. La diferencia la puso Francis....

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Si no es por los adictos el encuentro no se juega. El equipo técnico del Programa Experimental de Prescripción de Heroína (Pepsa) retó ayer a sus pacientes a un partido de fútbol sala en el polideportivo Aynadamar de Granada, pero a la cita se presentaron más pacientes que médicos, enfermeros y trabajadores sociales. Para que se pudiera disputar, los heroinómanos -de rojo- tuvieron que prestarles varios jugadores hasta formar dos equipos de ocho. Al final, el mixto -de amarillo- se impuso por cinco a uno, pero no fue por el mejor estado físico de sus componentes. La diferencia la puso Francis.

Los años de adicción a la heroína no acabaron con la depurada técnica de este paciente. Su visión de juego y velocidad en el regate fueron definitivos para desequilibrar la balanza ayer. Tras alardear su dominio en el control del balón, Francis culminó la faena con un cañonazo que entró por la escuadra derecha de la portería del equipo formado sólo por pacientes. El portero solo pudo recoger el balón de la red.

Otro de los heroinómanos que destacaron por su juego fue Miguel. A pesar de su tamaño (1.60 metros aproximadamente) y de su delgadez, este adicto seropositivo que recibe heroína en tratamiento compasivo, demostró una enorme fuerza física. Durante la hora que duró el encuentro, Miguel no dejó de correr, saltar y luchar por el balón. Algo que hace sólo tres meses (cuando sólo consumía metadona en el ensayo), ni se le hubiera ocurrido hacer.

"A veces los hechos dicen más que las estadísticas y con esto queríamos demostrar que nuestros pacientes son capaces de realizar ejercicio físico a pesar de su adicción", comenta el investigador principal del Pepsa, Joan Carles March.

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