Markus Lüpertz confronta en una muestra su pintura con su escultura

La exposición de Bilbao reúne 15 obras realizadas desde 1984

La galería Colón XVI (Henao, 10), de Bilbao, inauguró ayer una exposición de pinturas y esculturas de Markus Lüpertz (Liberec-Reichenberg, 1941), uno de los artistas de la corriente del nuevo expresionismo alemán o pintura salvaje. La exposición muestra 15 obras del autor, uno de los escultores contemporáneos que cuenta con obra instalada en el paseo de la Memoria, que recorre Abandoibarra a lo largo de la Ría.

La exposición estará abierta al público hasta el 28 de marzo con esa quincena de obras, realizadas desde 1984. Se trata de una colección de 11 esculturas de bronce, en su mayor...

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La galería Colón XVI (Henao, 10), de Bilbao, inauguró ayer una exposición de pinturas y esculturas de Markus Lüpertz (Liberec-Reichenberg, 1941), uno de los artistas de la corriente del nuevo expresionismo alemán o pintura salvaje. La exposición muestra 15 obras del autor, uno de los escultores contemporáneos que cuenta con obra instalada en el paseo de la Memoria, que recorre Abandoibarra a lo largo de la Ría.

La exposición estará abierta al público hasta el 28 de marzo con esa quincena de obras, realizadas desde 1984. Se trata de una colección de 11 esculturas de bronce, en su mayoría figuras humanas pintadas, y tres óleos. La escultura ha ocupado un segundo lugar en la mayoria de las muestras del trabajo de Lüpertz, tan íntimanente unida a las pinturas que el artista considera las piezas escultóricas como "los habitantes que se salen de los cuadros".

Nacido en 1941 en una localidad de Bohemia, actualmente territorio de Chequia, Lüpertz se trasladó pronto a Alemania donde empezó a interesarse sobre todo por el arte europeo.

Lüpertz regresa con su obra a la tradición alemana del realismo para "buscar en ella su propia identidad", señala en el catálogo de la exposición el catedrático Kosme de Barañano. "Lüpertz y su generación se expresaron violentamente contra el pop art, siendo rechazados en un primer momento por el mercado del arte", añade. "Su obra es una mirada contemporánea sobre un tema tan importante en la tradición europea, la fatalidad del tiempo y del mito sobre el tiempo".

A partir de los años 80, Lüpertz creo un estilo propio de realizar esculturas que parte del modelado, del trabajo de la cera y el yeso, pero que también talla el material. Barañano explica que el artista "ataca" el yeso, "lo mismo que ataca sus telas con el pincel". "Lüpertz no es un pintor de muñeca, sino un pintor de brazo que descarga sus potentes pinceladas y arrastra el pincel con violencia configurando sus formas", agrega. "Igualmente ataca el yeso de la misma manera agresiva y puncional".

Compañero de Georg Baselitz y Anselm Kiefer en el movimiento neoexpresionista alemán, en la obra de Lüpertz se encuentran numerosas referencias de la Historia del Arte. Picasso, Matisse o Giacometti son los maestros que han dejado huella en su trabajo, pero también la mitología clásica está presente en sus creaciones.

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La obra de Lüpertz se ha difundido en España gracias a dos grandes retrospectivas. La primera fue organizada en 1991 por el Museo Reina Sofía, de Madrid, y mostró fundamentalmente sus pinturas. En 2002, otra exposción en el IVAM reflejó la potencia de sus esculturas. Lüpertz fue galardonado el año pasado con el Premio Julio González, que concede la Generalitat valenciana, en reconocimiento a la calidad de su trayectoria artística.

Judith es la obra de Lüpertz adquirida para el paseo de Abandoibarra. En los 800 metros de recorrido de esta zona de Bilbao se pueden ver, además, las esculturas Begirari IV (El vigía), de Eduardo Chillida; Maia, de William Tucker; once piezas de granito de Ulrich Rückriem; Sitios y lugares, de Ángel Garraza, y A la deriva, de José Zugasti.

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