Reportaje:

El empresario marroquí

Nour-Eddin El Balima cultiva tres hectáreas de frambuesas en un pueblo de Huelva

Nour-Eddin El Balima, de 37 años, marroquí, tiene por costumbre desplazarse todos los días, antes de que salga el sol, a su finca en Lucena del Campo (Huelva), donde cultiva tres hectáreas de frambuesa. Es madrugador, como cualquier empresario agrícola, y estos días está muy preocupado por el daño que las últimas heladas han causado al fruto. "Afortunadamente sólo se ha echado a perder una ínfima parte de mi cosecha. Pronto, la planta volverá a aflorar. Esperemos que el tiempo continúe así, con esta mejoría, para que la campaña marche bien", afirma, con un puñado de frambuesas en las manos....

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Nour-Eddin El Balima, de 37 años, marroquí, tiene por costumbre desplazarse todos los días, antes de que salga el sol, a su finca en Lucena del Campo (Huelva), donde cultiva tres hectáreas de frambuesa. Es madrugador, como cualquier empresario agrícola, y estos días está muy preocupado por el daño que las últimas heladas han causado al fruto. "Afortunadamente sólo se ha echado a perder una ínfima parte de mi cosecha. Pronto, la planta volverá a aflorar. Esperemos que el tiempo continúe así, con esta mejoría, para que la campaña marche bien", afirma, con un puñado de frambuesas en las manos.

Nour-Eddin El Balima compró la finca hace cuatro años y realizó la inversión económica más importante de su vida. "Tenía experiencia, como encargado agrícola, en una finca en Moguer, donde trabajé durante ocho años y decidí aventurarme", indicó ayer.

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Llegó a España con un visado de turista en 1989 con la intención de trabajar durante el verano y volver a Marruecos, donde iba a estudiar electrónica. Pero después de recorrer numerosas ciudades para trabajar en las campañas agrícolas, decidió establecerse y probar suerte como empresario agrícola.

En la actualidad, ha adquirido una nueva finca en Moguer, donde trabajan 12 jornaleros. En la época fuerte de la campaña agrícola llega a emplear a unos 50 jornaleros. Alguno de sus trabajadores son contratados en sus países de origen y otros nacionales. Además, este año, con el proceso de regularización abierto por el Gobierno central, tiene previsto normalizar la situación de unos seis compatriotas.

Nour-Eddin El Balima se siente un inmigrante afortunado, pero no olvida lo difícil que ha sido para él llegar a esta situación de bonanza económica. Hasta 1991 no regularizó su situación, lo que lo llevó a deambular de un lado para otro buscando trabajo en el campo: "Estuve durante año y medio sin papeles buscando trabajo donde lo había, en la vendimia de Almonte, en la manzana en Cáceres, en Lérida, en Valencia. Todo era un ir y venir de un lado para otro buscando a los empresarios que quisieran contratarnos", afirmó.

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Nour-Eddin El Balima no olvida las noches de frío que pasó en la calle, junto a otros compatriotas, sin dinero y sin trabajo: "Lo recordaré siempre. Fue muy duro porque la gente ve unos pobres que están durmiendo en la calle, que no tienen nada para llevarse a la boca y son incapaces de pensar que esa gente, que está tirada en el suelo, está arriesgando su piel para buscar una vida mejor", dice.

Este inmigrante marroquí afirmó que, durante esas jornadas de frío y hambre, se acordaba de su primer día en España, en Algeciras (Cádiz), con 22 años y con todas la ambición de un joven de querer comerse el mundo: "Recuerdo que un compañero, de vuelta a Marruecos, con una zapatilla deshilachada en la mano y el pie hinchado, enrojecido y destrozado de caminar, me advirtió: Si vas a España, mejor que te vuelvas, chico". Y prosiguió: "Aquella imagen del pie cansado se me metía en mis sueños bajo los cartones, en plena calle, en Moguer. Pero fui fuerte y aquí estoy".

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