MAHMUD ABBAS | EL PROCESO DE PAZ EN ORIENTE PRÓXIMO

El líder que vuelve a empezar

Mahmud Abbas, alias Abu Mazen, tiene, a sus 69 años, su segunda oportunidad. La primera se la brindó Estados Unidos en junio del 2003, cuando, bajo la tutela del presidente George W. Bush, firmó con Ariel Sharon la Hoja de Ruta. Las razones del fracaso de aquella operación quedan desveladas en las memorias que acaba de publicar el mediador de la Casa Blanca, Denis Ross, en las que se asegura que la falta de maduración del acuerdo y, sobre todo, el exceso de declaraciones loatorias y el clima de falso triunfalismo se convirtieron en el peor enemigo del entonces primer ministro palestino....

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Mahmud Abbas, alias Abu Mazen, tiene, a sus 69 años, su segunda oportunidad. La primera se la brindó Estados Unidos en junio del 2003, cuando, bajo la tutela del presidente George W. Bush, firmó con Ariel Sharon la Hoja de Ruta. Las razones del fracaso de aquella operación quedan desveladas en las memorias que acaba de publicar el mediador de la Casa Blanca, Denis Ross, en las que se asegura que la falta de maduración del acuerdo y, sobre todo, el exceso de declaraciones loatorias y el clima de falso triunfalismo se convirtieron en el peor enemigo del entonces primer ministro palestino. Mahmud Abbas apareció así a ojos de la población de Cisjordania y Gaza poco menos que como un "mandado" de Washington. La oleada de críticas le llevaron poco después a su dimisión. El diagnóstico de Ross sobre el fracaso de la Hoja de Ruta es contundente: "El periodo se desperdició con declaraciones", sin que las partes supieran cómo debían empezar a actuar una vez firmado el acuerdo.

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Mahmud Abbas vuelve a empezar. Ahora, como presidente de la Autoridad Palestina y legítimo sucesor de Yasir Arafat. Para llevar a término su misión cuenta con una larga experiencia como negociador y mediador. Fue uno de los primeros líderes de la OLP que estableció contactos con la izquierda israelí en la década de los años setenta, para pasar luego a jugar un papel capital en las negociaciones secretas de Oslo, que acabaron con la firma del acuerdo en la Casa Blanca. Pero nada de ello tendría ninguna relevancia si Abbas no fuera un hombre pragmático y realista, firme defensor de la política del diálogo, el pacto o incluso la conspiración, eso sí, siempre pacífica. Se asegura que nadie le ha visto empuñando un arma, ni acodado en una trinchera.

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