AL VOLANTE | PRUEBA

Eficacia sorprendente

El Panda es un utilitario básico y sencillo, pero presenta un diseño alegre y moderno. Tiene una posición de conducción cómoda, con el cambio en la consola central, que resulta muy práctico. Y le falta algo de anchura porque es estrecho y delante se va demasiado pegado al acompañante.

El Panda 4×4 sólo se vende con un motor 1.2 de gasolina y 60 CV que se queda muy justo. El cambio de cinco marchas lleva las dos primeras más cortas de lo normal, una solución idónea en ciudad y en el campo. Pero las prestaciones son limitadas para viajar, sobre todo en autopista, y sólo mantiene ritmos de...

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El Panda es un utilitario básico y sencillo, pero presenta un diseño alegre y moderno. Tiene una posición de conducción cómoda, con el cambio en la consola central, que resulta muy práctico. Y le falta algo de anchura porque es estrecho y delante se va demasiado pegado al acompañante.

Un motor muy justo

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El Panda 4×4 sólo se vende con un motor 1.2 de gasolina y 60 CV que se queda muy justo. El cambio de cinco marchas lleva las dos primeras más cortas de lo normal, una solución idónea en ciudad y en el campo. Pero las prestaciones son limitadas para viajar, sobre todo en autopista, y sólo mantiene ritmos de crucero cercanos a los límites legales en zonas llanas y una vez lanzado. Además, en cuanto llega una subida obliga a reducir a cuarta e incluso a tercera, porque se queda enseguida. Y exige calcular bien los adelantamientos porque es lento en las aceleraciones.

Sin embargo, la electrónica del motor está pensada para mejorar la fuerza a bajo régimen y ofrece una respuesta instantánea al acelerador muy agradable en ciudad y en campo: al contrario que en carretera, evita muchas reducciones. Así, responde con brío casi desde el ralentí, pero después, en cuanto alcanza las 4.000 vueltas, le cuesta subir de régimen. Y salvo en subidas largas no conviene apurar por encima de 5.000 vueltas porque apenas se gana nada.

La baja potencia del motor exige acelerar a fondo más a menudo de lo habitual para que responda con cierto nervio, y como trabaja casi siempre a pleno rendimiento aumenta el consumo: gasta más de siete litros sin forzarlo, sube a ocho en ciudad y puede llegar a 10 estirando las marchas.

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Una tracción 4×4 muy eficaz

La versión Climbing es cinco centímetros más alta que el Panda 4×4 normal, pero ofrece una buena estabilidad en asfalto. Monta unas suspensiones reforzadas y la tracción 4×4 transmite el 98% de la potencia al tren delantero, pero varía el reparto al tren trasero al detectar pérdidas de adherencia. El resultado es una buena estabilidad en asfalto, con un balanceo comedido en curva y un agarre satisfactorio. Además tiene una dirección suave y precisa, y transmite aplomo y seguridad, en parte por las ruedas grandes (185 / 65 / 14) del Climbing, que mejoran la estabilidad. Pero no permiten usar cadenas, aunque en este coche sólo se necesitan en casos extremos, en los que es mejor no circular.

El Panda 4×4 tiene recursos de sobra para viajar con nieve sin problemas, y sorprende sobre todo su eficacia en el campo porque acusa mucho menos la baja potencia del motor: impresiona su facilidad para superar situaciones difíciles y puede subir pendientes pronunciadas (hasta el 50%) casi sin inmutarse. Las claves son su bajo peso, una primera marcha corta y en especial la respuesta impecable de la tracción 4×4, que le permiten escalar como un felino en zonas donde fracasarían muchos todoterrenos ligeros más grandes.

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