Un enfermero mató a 29 pacientes en un hospital del sur de Alemania

El acusado cometió todos los crímenes en sólo 18 meses

La policía de Kempten, en Baviera, ha revelado que Stefan L., de 26 años, conocido como el enfermero de la muerte, mató por lo menos a 29 personas, 13 más de las que se sabía. Se le puede considerar como el mayor asesino en serie de la historia reciente de Alemania. El acusado robó medicamentos en el hospital donde trabajaba, y elaboró una solución letal que inyectaba a los enfermos.

Los crímenes se descubrieron el pasado verano, tras una investigación provocada por la desaparición de fármacos en el hospital donde trabajaba. La policía encontró algunas ampollas robadas en casa de...

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La policía de Kempten, en Baviera, ha revelado que Stefan L., de 26 años, conocido como el enfermero de la muerte, mató por lo menos a 29 personas, 13 más de las que se sabía. Se le puede considerar como el mayor asesino en serie de la historia reciente de Alemania. El acusado robó medicamentos en el hospital donde trabajaba, y elaboró una solución letal que inyectaba a los enfermos.

Los crímenes se descubrieron el pasado verano, tras una investigación provocada por la desaparición de fármacos en el hospital donde trabajaba. La policía encontró algunas ampollas robadas en casa de Stefan, que al final confesó haber matado a 10 enfermos "por compasión y para ahorrarles mayores sufrimientos sin sentido". En posteriores interrogatorios la cifra de muertos aumentó hasta 16. Tras la exhumación de 42 cadáveres, se ha constatado que Stefan había matado por lo menos a 29 personas. En 38 casos no se podía establecer si fallecieron por la intervención del enfermero, porque los cadáveres se incineraron.La investigación continúa y no hay fecha prevista para la apertura del proceso. La fiscalía ha tipificado los delitos como homicidio en 22 casos, seis como asesinatos con alevosía y otro como eutanasia por haberlo realizado a petición del paciente. Stefan podría ser condenado a cadena perpetua.

Los vecinos de Gunzesried, aldea de 200 habitantes al pie de los Alpes, tenían la mejor impresión del joven Stefan. que a principios de 2003 se había instalado en un piso con su novia y era enfermero en el hospital de la vecina ciudad de Sonthofen. Los colegas le caracterizan como introvertido, poco amigo de actuar en equipo y a veces malhumorado. En su trabajo el enfermero desarrolló lo que la policía define como "una extraordinaria energía criminal".

Stefan robó en el botiquín varios tipos de medicamentos, barbitúricos, lenitivos del dolor y otros que producen parálisis respiratorias. Con ellos fabricó una pócima mortal que suministraba a los pacientes elegidos para morir. Las muertes ocurrían en cinco minutos, como consecuencia de una inyección letal.

Entre febrero de 2003 y julio de 2004 mató a 17 mujeres y 12 hombres de entre 40 y 94 años. La investigación sobre la desaparición de fármacos y la coincidencia con las horas en que el enfermero tenía servicio atrajeron las sospechas. La novia no tenía la menor idea de la actividad de su compañero y abandonó el pueblo tras descubrirse los crímenes.

Stefan aseguró que obró por piedad. Pero la fiscalía estima que esa motivación altruista no se da en todos los casos. En el hospital no faltan los que insinúan incluso que el enfermero podría haber actuado para evitarse trabajo. Por ejemplo, en el caso de una de las víctimas, una mujer de 74 años, los médicos declararon que estaba en franca recuperación y había hablado con sus familiares de sus planes de futuro.

El enfermero inició su carrera criminal el 2 de febrero de 2003, cuando sólo llevaba cuatro semanas en el trabajo. El fiscal destaca la labor de los forenses, porque "la confesión de Stefan L. fue muy poco detallada y apenas suficiente para una condena".

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