"Yo no entregué a Zouhier ninguna muestra de explosivos"
Rafá Zouhier y Emilio Suárez Trashorras mantuvieron en la Audiencia Nacional y en presencia del juez Juan del Olmo el careo más tenso de cuantos se han celebrado en el curso de la investigación judicial por el atentado del 11-M. Hasta el punto de que el careo tuvo que ser suspendido por el juez, con la aceptación por parte de los abogados de ambos, ante la gravedad del enfrentamiento.
rafá zouhier. En la reunión del 5 de febrero de 2003 se habló de sustancias explosivas. Y en la reunión del 20 de febrero Suárez Trashorras me entregó una muestra de explosivos cuando estábamos en u...
Rafá Zouhier y Emilio Suárez Trashorras mantuvieron en la Audiencia Nacional y en presencia del juez Juan del Olmo el careo más tenso de cuantos se han celebrado en el curso de la investigación judicial por el atentado del 11-M. Hasta el punto de que el careo tuvo que ser suspendido por el juez, con la aceptación por parte de los abogados de ambos, ante la gravedad del enfrentamiento.
rafá zouhier. En la reunión del 5 de febrero de 2003 se habló de sustancias explosivas. Y en la reunión del 20 de febrero Suárez Trashorras me entregó una muestra de explosivos cuando estábamos en un Renault Megane en la zona de Las Rozas.
suárez. Ese coche es de Toro. Yo no entregué a Rafá Zouhier personalmente ninguna muestra de explosivos. Yo vi a mi cuñado Toro entregar una bolsa que sacó del maletero a Zouhier, mientras yo estaba dentro del coche esnifando cocaína que había traído Rafá Zouhier.
rafá zouhier. Me entregaron la bolsa los dos. Suárez Trashorras abrió el maletero y me entregó la bolsa. Toro también estaba fuera del coche. Seis meses después, Toro me entregó un detonador sin envoltorio.
suárez trashorras. Yo conocía a El Chino porque me lo presentó Zouhier.
rafá zouhier. Yo no se lo presenté. Cuando estaba ingresado en la cárcel de Villabona, yo vi el papel que le muestra Antonio Toro a Emilio Suárez Trashorras a través del cristal del locutorio, pero no sé su contenido.
suárez trashorras. El teléfono era de Paloma, mujer de Sabino, un recluso de la cárcel de Villabona.