OPINIÓN DEL LECTOR

Dalí y los perros

Parece que al fin terminan las obras en la plaza de Felipe II. Al margen de la polémica en torno a lo acertado de la reforma, gusto, respeto a los deseos de Dalí, y otras cuestiones, hay algunas cosas preocupantes. Los vecinos del barrio vemos con asombro cómo la mitad de la plaza es un desierto y la otra mitad está plagada de esas jardineras gigantes donde se apoyan largos bancos de madera delante de El Corte Inglés. Un olivo de mentira domina el centro, y las losetas decorativas... Pero, al margen de estas minucias, que seguro no han salido baratas, hay cuestiones que pueden tener arreglo....

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Parece que al fin terminan las obras en la plaza de Felipe II. Al margen de la polémica en torno a lo acertado de la reforma, gusto, respeto a los deseos de Dalí, y otras cuestiones, hay algunas cosas preocupantes. Los vecinos del barrio vemos con asombro cómo la mitad de la plaza es un desierto y la otra mitad está plagada de esas jardineras gigantes donde se apoyan largos bancos de madera delante de El Corte Inglés. Un olivo de mentira domina el centro, y las losetas decorativas... Pero, al margen de estas minucias, que seguro no han salido baratas, hay cuestiones que pueden tener arreglo.

Por ejemplo, no hay donde sentarse cuando uno baja con los niños a que jueguen. Los pocos bancos en la zona de juegos están siempre encharcados con el agua de riego y no se orientan hacia donde están los niños. La mitad despejada de la plaza, donde pueden montar en bicicleta, patinar o lo que sea, no tiene ni un solo banco, por lo que es fácil ver a todos los padres de pie en corro en el centro de la plaza y cuando llegue el verano habrá tortas por coger la sombra de una farola. Los diseñadores de mobiliario, tan exquisitos, se han olvidado de poner papeleras y dispensadores de bolsas para excrementos; en cambio dispone la plaza de dos fuentes de agua potable que son de risa.

Dudo mucho que los vecinos aprendan algún día a recoger las cacas de sus amados perros, pero al menos hay que facilitarles la labor. Las cacas están por todos lados y las que están en las superjardineras, dudo que se limpien nunca. En fin, la plaza está casi como antes, no pega nada con el entorno (como el Palacio de Deportes), ha costado un dineral y sigue siendo un estercolero sin zonas de sombra.

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