Desarticulada una red que explotaba a mujeres, algunas de ellas menores

Los cabecillas obligaban a las chicas a ejercer la prostitución

La policía ha desarticulado una red integrada por ciudadanos rumanos que se dedicaba a la inmigración ilegal y a la explotación sexual de mujeres de su misma nacionalidad, algunas de ellas menores de edad. Los cabecillas obligaban a las chicas a prostituirse en la calle de la Montera y posteriormente les hacían entregarles todo lo recaudado. La investigación comenzó a raíz de la denuncia de una de las retenidas.

El testimonio de una mujer rumana el pasado día 22 de diciembre puso en alerta a los agentes de la Policía Nacional adscritos a la UCRIF (Unidad contra Redes de Inmigración Ileg...

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La policía ha desarticulado una red integrada por ciudadanos rumanos que se dedicaba a la inmigración ilegal y a la explotación sexual de mujeres de su misma nacionalidad, algunas de ellas menores de edad. Los cabecillas obligaban a las chicas a prostituirse en la calle de la Montera y posteriormente les hacían entregarles todo lo recaudado. La investigación comenzó a raíz de la denuncia de una de las retenidas.

El testimonio de una mujer rumana el pasado día 22 de diciembre puso en alerta a los agentes de la Policía Nacional adscritos a la UCRIF (Unidad contra Redes de Inmigración Ilegal y Falsificación Documental), de la Comisaría General de Extranjería y Documentación. La mujer relató que había sido engañada a su llegada a España por unos individuos de su misma nacionalidad, y que éstos le obligaban a ejercer la prostitución en la calle de la Montera.

Los dirigentes de esta red organizada, integrada por ciudadanos rumanos, se dedicaban a la inmigración ilegal y a la explotación sexual de mujeres de su misma nacionalidad. No sólo las obligaban a prostituirse, sino que también se quedaban con el dinero que las chicas ganaban haciendo la calle.

La mujer que con su denuncia destapó la organización confirmó además que en la vivienda donde la red la tenía retenida vivían cuatro o cinco chicas rumanas menores de edad. Éstas también eran obligadas a ser meretrices.

Agresiones físicas

A la mujer que denunció, ante el verdadero temor a sufrir represalias por parte de los miembros de la red, se le aplicó preventivamente la Ley de Protección a Peritos y Testigos en Causas Criminales. Había sufrido agresiones físicas y amenazas de muerte en numerosas ocasiones, tanto en su persona como en las de otras mujeres, según explicó. La chica, para corroborar su testimonio, incluso mostró en la comisaría una gran cicatriz en su brazo izquierdo que le había hecho el jefe de la organización con un cuchillo por negarse a ejercer la prostitución.

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El siguiente paso en las pesquisas policiales fue un registro domiciliario en la casa donde estaban las mujeres coaccionadas y las menores. Allí había también algunas jefas de la red, que se encargaban de supervisar a las chicas retenidas.

En la vivienda se intervino documentación relacionada con la inmigración ilegal y explotación sexual, además de una colección de cuchillos de diferentes dimensiones que eran utilizados por el jefe para amenazar y causar lesiones. Una mujer rumana menor de edad también estaba en el domicilio y fue ingresada en un centro de acogida. La policía, de igual forma, tuvo conocimiento de que otra menor que vivía en el piso había sido ingresada el pasado día 21 en un hospital de Madrid.

Por los delitos de prostitución, contra el derecho de los extranjeros, amenazas, coacciones y lesiones se ha detenido a Augustina N., Mustafa Z. y Mustafa I., todos rumanos, así como a Adalet Sali A., búlgara, por delito de prostitución coactiva e infracción a la Ley de Extranjería.

Captadas bajo engaño

La organización de rumanos que ha sido desmantelada por la policía por dedicarse a la inmigración ilegal y a la explotación sexual de mujeres siempre desarrollaba el mismo modus operandi.

En primer lugar captaban a las chicas, muchas de ellas menores de edad, en su país de origen. Se aprovechaban de la precaria situación económica por la que muchas atravesaban, algunas de ellas incluso con cargas familiares (generalmente hijos).

La oferta de los cabecillas de la banda resultaba atractiva para las mujeres: les prometían conseguirles un trabajo legal y bien remunerado.

Pero una vez en España la situación era diferente. Alejadas de su familia, las chicas eran coaccionadas y explotadas. Tenían que ejercer la prostitución en las calles de Madrid, casi todas en la calle de la Montera y aledañas. Pero además se quedaban indocumentadas puesto que los jefes les retiraban los pasaportes. Las menores, por su parte, tenían una fotocopia de la página biográfica donde la fecha de nacimiento era previamente alterada para ocultar su condición de minoría de edad.

Los dirigentes de la organización, además, tenían a su servicio a controladoras o jefas de grupo, mujeres que controlaban las actividades de las que eran explotadas. Eran su sombra, tanto en la calle donde trabajaban como meretrices como en la vivienda donde las mantenían retenidas.

Precisamente una de las detenidas por delitos relacionados con la prostitución, contra el derecho de los extranjeros, amenazas, coacciones y lesiones es Augustina N., rumana de 28 años que era la compañera sentimental del jefe de la red y controladora.

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