Crítica:CRÍTICAS

Inmigrantes animados

A rebufo de la poderosa industria americana, la animación española intenta apoderarse cada verano y cada Navidad de un pequeño trozo de la gran tarta que constituye el mercado vacacional del cine infantil. Y aunque la lucha es tan desigual como los presupuestos, comienzan a introducirse aportaciones en terrenos en los que el dinero no tiene ningún papel que jugar. Es el caso de Supertramps, nuevo trabajo de Íñigo Berasategui, tras Glup (2003), esta vez acompañado por el premiado cortometrajista José Mari Goenaga (Tercero B), que basa su guión (protagonizado por gatos) en l...

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A rebufo de la poderosa industria americana, la animación española intenta apoderarse cada verano y cada Navidad de un pequeño trozo de la gran tarta que constituye el mercado vacacional del cine infantil. Y aunque la lucha es tan desigual como los presupuestos, comienzan a introducirse aportaciones en terrenos en los que el dinero no tiene ningún papel que jugar. Es el caso de Supertramps, nuevo trabajo de Íñigo Berasategui, tras Glup (2003), esta vez acompañado por el premiado cortometrajista José Mari Goenaga (Tercero B), que basa su guión (protagonizado por gatos) en la tolerancia, el derecho a la diferencia y el natural acogimiento de los inmigrantes. Como consecuencia, los malvados de su historia son unos pitbulls fascistas dispuestos a utilizar la violencia en cualquier instante con tal de defender la imagen de la clientela de su local.

SUPERTRAMPS

Dirección: Iñigo Berasategui, José Mari Goenaga. Intérpretes: Peio Artetxe, Kiko Jauregui, Pili Ferrero, Ane Aseginolaza (voces). Género: animación. España, 2004. Duración: 70 minutos.

Junto al esforzado, aunque a veces un tanto explícito guión (una cosa es que los destinatarios sean los niños y otra que se tenga que recalcar absolutamente todo), Supertramps destaca por su buen doblaje y por la excelente banda sonora creada por Pascal Gaigne. Sin embargo, la conjunción entre decorados reales y animación en 3-D, entre fondos y personajes, no acaba de funcionar, así como la expresividad de los rostros, que no va mucho más allá de unos cuantos parpadeos y arqueos de cejas. Se nota que el empeño ha sido grande, pero en aspectos como el diseño de las escenas de acción es donde más se nota la aún enorme distancia que nos separa de las joyas animadas de los últimos tiempos.

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