Biblioteca
Señor alcalde, me dirijo a usted esperando una solución a mi gran problema. Me explicaré: Tengo un hijo al que fascina el maravilloso mundo de los libros: le gusta leer; cosa que no me extraña conociendo a los maestros que ha tenido. ¡Benditos ellos! Yo confieso parte de mi culpa: me gusta leer. Y claro, a mi hijo le encantó hacerse socio de la Biblioteca Municipal de Alboraia. Disfrutaba empezando libros nuevos... ¡había tantos! Pero un día, hace ya mucho tiempo: dos años, 24 meses...730 días... se encontró la puerta cerrada. Había un cartel que informaba que para adecuar los programas inform...
Señor alcalde, me dirijo a usted esperando una solución a mi gran problema. Me explicaré: Tengo un hijo al que fascina el maravilloso mundo de los libros: le gusta leer; cosa que no me extraña conociendo a los maestros que ha tenido. ¡Benditos ellos! Yo confieso parte de mi culpa: me gusta leer. Y claro, a mi hijo le encantó hacerse socio de la Biblioteca Municipal de Alboraia. Disfrutaba empezando libros nuevos... ¡había tantos! Pero un día, hace ya mucho tiempo: dos años, 24 meses...730 días... se encontró la puerta cerrada. Había un cartel que informaba que para adecuar los programas informáticos, la Biblioteca permanecería cerrada una temporada. Pasaron 6 meses y fui con mi hijo al Ayuntamiento a preguntar. Nos respondieron lo mismo que ponía el cartel. Al año, fui sólo a preguntar al Ayuntamiento. La misma respuesta. Hace un mes, fui otra vez: la misma respuesta. Comentándole a mi hijo el resultado de mis gestiones me contestó muy triste: "Papá, que no te cuenten un cuento". Entonces, señor alcalde: ¿Qué le digo?