Reportaje:

Tres siglos le contemplan

Josep Escuer, el hombre más anciano de Lleida, cumplió ayer 105 años en Alpicat

Ha vivido en tres siglos y conserva una lucidez impresionante. Josep Escuer Gilart, el hombre más anciano de Lleida, cumplió ayer 105 años en su casa de Alpicat (Segrià), rodeado de los amigos y familiares más cercanos. Su biografía está llena de vivencias -"hay más malas que buenas", afirma-, sobre todo durante la guerra de África y la Guerra Civil. El día en que dejó de trabajar en el campo tenía 97 años, lo cual da una idea de la fortaleza física y mental de este hombre al que sólo la sordera y la flojedad de las rodillas le impiden hacer una vida normal, ya que tiene que utilizar un camina...

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Ha vivido en tres siglos y conserva una lucidez impresionante. Josep Escuer Gilart, el hombre más anciano de Lleida, cumplió ayer 105 años en su casa de Alpicat (Segrià), rodeado de los amigos y familiares más cercanos. Su biografía está llena de vivencias -"hay más malas que buenas", afirma-, sobre todo durante la guerra de África y la Guerra Civil. El día en que dejó de trabajar en el campo tenía 97 años, lo cual da una idea de la fortaleza física y mental de este hombre al que sólo la sordera y la flojedad de las rodillas le impiden hacer una vida normal, ya que tiene que utilizar un caminador o una silla de ruedas.

Josep Escuer, que tiene 4 hijos, 11 nietos y 8 biznietos, explicó ayer en Radio Lleida, de la cadena SER, que su longevidad no tiene demasiados secretos. "Si he vivido tanto es porque he comido siempre cosas sanas y he estado bien con toda la familia, a la que tanto quiero", señaló, y a continuación expresó un deseo: "Que todos podáis cumplir no 105 años, sino muchos más".

Pese a su edad, Josep tiene la clarividencia de un joven y una memoria sin lagunas, como demuestra al enumerar las numerosas experiencias que le ha tocado vivir. Recuerda con especial emoción la muerte de su esposa María, a los 64 años, y de dos de sus hijos, y no olvida la pobreza y las penalidades que le tocó vivir en su juventud. Como era habitual en la época, a los 10 años empezó a trabajar con su padre en diversas tareas, entre ellas las obras de construcción del Canal de Aragón y Cataluña. Era el encargado de acarrear agua con un burro para los trabajadores de la obra. "Mi sueldo era de una peseta diaria", recuerda.

Además de soplar las 105 velas de la tarta de cumpleaños que le regaló su familia, el anciano también recibió ayer el homenaje de las autoridades. La Generalitat le entregó una placa en su propio domicilio y los dirigentes provinciales de ERC le dedicaron una placa conmemorativa en agradecimiento a su aportación como concejal del partido desde el 12 de noviembre de 1936 hasta el 7 de noviembre de 1937. "En aquella época todos los partidos y entidades me querían", dice orgulloso. Al estallar la Guerra Civil todos sus compañeros de partido huyeron a Francia, pero él decidió quedarse. Recuerda los bombardeos de la aviación franquista sobre Alpicat, que obligaron a los vecinos a esconderse en los campos durante el día.

Josep Escuer, ayer antes de soplar las velas del pastel de su 105º aniversario.HERMÍNIA SIRVENT
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