Crítica:ESTRENOS

Como la vida misma

Durante la primera hora larga de su metraje, Crimen ferpecto luce esplendorosas las mejores señas de identidad del cine de su creador, Álex de la Iglesia: una mirada mordaz a la vida común, un vitriólico análisis de la cortedad de miras de un empleado de grandes almacenes (un Guillermo Toledo en el mejor papel que hasta ahora haya realizado en cine: él es la película, su tono autoparódico, siempre controlado, catapulta a su personaje hacia el reconocimiento del respetable... lo que es mucho lograr, tratándose de un imbécil machista y tarambana), la vida cotidiana en uno de esos espacios...

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Durante la primera hora larga de su metraje, Crimen ferpecto luce esplendorosas las mejores señas de identidad del cine de su creador, Álex de la Iglesia: una mirada mordaz a la vida común, un vitriólico análisis de la cortedad de miras de un empleado de grandes almacenes (un Guillermo Toledo en el mejor papel que hasta ahora haya realizado en cine: él es la película, su tono autoparódico, siempre controlado, catapulta a su personaje hacia el reconocimiento del respetable... lo que es mucho lograr, tratándose de un imbécil machista y tarambana), la vida cotidiana en uno de esos espacios en los que pasamos tantas horas de nuestra vida, sin pararnos a pensar lo que aquí se nos propone que veamos.

CRIMEN FERPECTO

Dirección: Álex de la Iglesia. Intérpretes: Guillermo Toledo, Mónica Cervera, Luis Varela, Fernando Tejero, Javier Gutiérrez, Kira Miró. Género: comedia negra. España, 2004. Duración: 104 minutos.

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En ese largo segmento, Crimen... acumula bofetadas y carcajadas para dar y regalar, en un implacable crescendo dramático-festivo que tiene su culminación en la tormentosa relación que establecen el bello (es un decir) Toledo y la fea Cervera, algo así como una revisitación del mito de la Bella y la Bestia, sin que se tenga muy claro quién es quién.

Algo empieza a fallar, no obstante, cuando queda clara la estrategia que Toledo persigue: una venganza horripilante, no ya contra quien le amargaba primeramente la vida (Varela), sino contra quien lo hace luego, la absorbente, terrible Cervera, una verdadera mantis religiosa sin medida en su aspiración a la felicidad a cualquier coste. Y ese fallo es tanto técnico (un guión que súbitamente se descompensa, con incidencias que dejan de tener interés) como, si se puede decir así, ideológico, entendiendo por tal la concepción que De la Iglesia y su guionista, Jorge Guerricaecheverría, tienen de la comedia.

Puestos a elegir entre limar el efecto de los gags y redondear la acción, aunque esté preñada de situaciones límite (lo que ocurría en La comunidad o en El día de la bestia, aún las dos mejores obras del dúo) o iniciar una carrera hacia delante en busca de lo más difícil todavía, ambos eligen esta segunda fórmula, y trufan las acciones de un componente cada vez más desorbitado: esa cabeza parlante, una importación de la peor comedia gore, es sólo el elemento más visible, y repetido, que ilustra esta estrategia. El resultado es una película descompensada, llena de momentos de gozoso, hiriente regocijo, pero también con caídas del interés... una pena para un filme que, con todo, está lejos de la comedia al uso, de la adhesión primaria, de la compensación fácil.

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