Editorial:

Carné por puntos

El repunte del número de víctimas de tráfico en el reciente puente del Pilar, tras las campañas publicitarias que hicieron pensar en una irreversible tendencia a la baja, muestra la dificultad de cambiar hábitos de conducir -fundamentalmente, los excesos de velocidad y de alcohol- que son causa de una buena parte de los accidentes y de su trágica secuela de casi cinco mil muertos al año. El proyecto de carné por puntos aprobado ayer por el Consejo de Ministros supone un intento de atemperar el sistema sancionador vigente con elementos reeducadores y preventivos que estimulen la responsabilidad...

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El repunte del número de víctimas de tráfico en el reciente puente del Pilar, tras las campañas publicitarias que hicieron pensar en una irreversible tendencia a la baja, muestra la dificultad de cambiar hábitos de conducir -fundamentalmente, los excesos de velocidad y de alcohol- que son causa de una buena parte de los accidentes y de su trágica secuela de casi cinco mil muertos al año. El proyecto de carné por puntos aprobado ayer por el Consejo de Ministros supone un intento de atemperar el sistema sancionador vigente con elementos reeducadores y preventivos que estimulen la responsabilidad del conductor y le den ocasión de corregirse antes de sufrir la pérdida del título.

Se parte del supuesto, ya verificado en otros países europeos como Francia y Alemania, de que ese sistema incide positivamente en el comportamiento del conductor con el resultado de una reducción significativa de la accidentalidad. El Gobierno estima que, con el nuevo carné, el número de accidentes de tráfico podría reducirse en un 40% de aquí a cinco años, con una disminución, según los expertos, de hasta un 10% de víctimas mortales (unas 500 del total en la actualidad). La pérdida de seis puntos de los 12 dados a crédito -ocho para los conductores con menos de tres años de experiencia- por conducir con exceso de alcohol, bajo los efectos de drogas o a una velocidad superior en un 50% a la permitida debería ser un fuerte elemento de persuasión para el conductor más temerario o irresponsable. Como, en general, la pérdida paulatina del crédito de puntos por otro tipo de infracciones, entre ellas hablar por teléfono móvil o no llevar puesto el cinturón de seguridad.

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El Gobierno mantiene el próximo verano como fecha de entrada en vigor del nuevo sistema. No habría que precipitarse, sin embargo, si antes no se ha puesto en pie la infraestructura necesaria para la reeducación del conductor y para gestionar con eficacia y sin errores el enorme flujo de información administrativa sobre la pérdida de puntos. Sería desastroso que el nuevo carné comenzara a funcionar sin unos cuerpos policiales informáticamente conectados entre sí, con un conductor mal informado y con dificultades en la práctica -centros de formación y de reciclaje escasos o deficientes- para ejercer su derecho a obtener nuevamente su carné o recuperar sus puntos perdidos.

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