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Sonría, por favor

Dice Berlanga que el cine español carece de humor. Lo ha asegurado, al parecer algo irritado, porque últimamente el gran maestro se irrita con facilidad. No es para menos viendo lo que está pasando en este mundo, pero es una pena que Berlanga, que siempre ha sabido encontrarles a los disparates y a las atrocidades su punto delirante, pierda su más corrosivo sentido de la risa. Un buen ejemplo de su libertad es El sueño de la maestra, como ya se dijo aquí en su día, ese inclasificable cortometraje que ha rodado a sus 80 años y que él califica de falla valenciana. Se va a exhibir en el Fe...

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Dice Berlanga que el cine español carece de humor. Lo ha asegurado, al parecer algo irritado, porque últimamente el gran maestro se irrita con facilidad. No es para menos viendo lo que está pasando en este mundo, pero es una pena que Berlanga, que siempre ha sabido encontrarles a los disparates y a las atrocidades su punto delirante, pierda su más corrosivo sentido de la risa. Un buen ejemplo de su libertad es El sueño de la maestra, como ya se dijo aquí en su día, ese inclasificable cortometraje que ha rodado a sus 80 años y que él califica de falla valenciana. Se va a exhibir en el Festival de San Sebastián que hoy comienza, en un ciclo que, bajo el título de Incorrect@s, reúne películas que han osado mofarse de principios morales o políticos arcaicos y reaccionarios.

Un buen ejemplo de su libertad es 'El sueño de la maestra'

Habrá abundantes comedias en Incorrect@s y, cómo no, claro está, en el ciclo dedicado a Woody Allen que comienza hoy con su última película, Melinda y Melinda, cuya publicidad la encasilla como comedia y drama a la vez, porque así es en realidad la película. En cualquier caso, pocas comedias más va a haber en el Festival de San Sebastián, según han asegurado sus organizadores en rueda de prensa. Tras visionar cientos de películas, han convenido que el mundo no parece estar para risas. ¡Como si alguna vez lo hubiera estado!

Debe de ser cosa de los guionistas, mal pagados y peor considerados, según el reciente estudio publicado por la Fundación Autor. ¿Cómo se van a tener ganas de risas si ellos mismos lo pasan tan mal? (Aunque a Álex de la Iglesia parece haberle ido muy bien en el Festival de Toronto con Crimen Ferpecto, donde el público, según él, se reía a mandíbula batiente). Berlanga, en su pertinaz acracia, también ha arremetido contra los guiones, opinando nada menos que nacieron como la Gestapo, es decir, como un medio de control por parte de los gobernantes, alarmados por sus incorrecciones: "El Gobierno de Estados Unidos pensó que Hollywood era como Sodoma y Gomorra y que los diálogos podrían atacar duramente la moral". De modo que se estableció la censura previa obligando a que "toda película tuviera un guión o boceto que permitiera saber todo lo que se iba a tratar en el filme antes de que se rodara". El ejemplo cundió, y en la España del franquismo la doble censura a guión y a película terminada hizo notables estragos. Entre otras a las películas de Berlanga, alguna de las cuales, Los jueves, milagro, por ejemplo, acabó siendo reescrita por un cura censor. ¡Como para que Berlanga no tenga un cabreo acumulado!

Sin embargo, maestro, necesitamos que al menos usted siga riéndose por todos nosotros con esa sana mala leche que ha vertido en la insólita El sueño de la maestra y en tantas otras maravillas que usted nos ha regalado. Por favor, no se enfade porque el cine español no tenga humor. Como dicen los del Festival de San Sebastián, parece que es una epidemia mundial. Pero usted siga riéndose, por favor. Es lo más incorrecto que ahora puede hacerse.

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