Análisis:

El fenómeno

No se ha caracterizado el Premio Principe de Asturias por su puntería en el apartado del deporte. Las decisiones extemporáneas han superado a las razonables. Los gustos personales de algunos integrantes del jurado han prevalecido demasiadas veces sobre la lógica. Los vínculos amistosos, y hasta los comerciales, han sido demasiado visibles, de manera que algunos de los premiados no resisten la prueba del algodón que es el paso del tiempo. No es el caso de la edición de este año. Hicham el Guerruj es un indiscutible del deporte, una leyenda viviente: el mejor mediofondista de todos los tiempos....

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No se ha caracterizado el Premio Principe de Asturias por su puntería en el apartado del deporte. Las decisiones extemporáneas han superado a las razonables. Los gustos personales de algunos integrantes del jurado han prevalecido demasiadas veces sobre la lógica. Los vínculos amistosos, y hasta los comerciales, han sido demasiado visibles, de manera que algunos de los premiados no resisten la prueba del algodón que es el paso del tiempo. No es el caso de la edición de este año. Hicham el Guerruj es un indiscutible del deporte, una leyenda viviente: el mejor mediofondista de todos los tiempos.

El Guerruj ha alcanzado esta temporada la cima de su gloriosa carrera. Venía destinado desde niño a la grandeza. Cuando comenzó a aparecer por el circuito internacional, no había voz que no hablara del chico marroquí. Tenía 19 años y nadie dudaba de su futuro. Pocas veces se había visto a un mediofondista con tanto potencial. Todo lo que ha hecho en los nueve siguientes años ha sido superar las expectativas, por grandes que fueran. Cuatro veces campeón del mundo de 1.500 metros, plusmarquista mundal de 1.500 metros y la milla, tenía asegurado desde hace tiempo su puesto en el gotha del atletismo.

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Había un factor añadido que potenciaba la figura del as marroquí. Lejos de someterse a los caprichos de la vanidad, El Guerruj es un atleta querido por los aficionados y los rivales. Hombre discreto, elegante, entregado sin reservas a su profesión, El Guerruj ha sido uno de los pocos faros que han iluminado el atletismo en unos tiempos difíciles. El factor humano engrandece su figura de campeón. Por eso mismo, la gente celebró su maravilloso éxito en los Juegos de Atenas. Los aficionados sufrían con el muro que impedía al atleta marroquí coronar su impresionante historial. Rodó por los suelos en la final de Atlanta 96; se dejó sorprender por el keniano Ngeny en Sidney 2000. Era en Atenas o no era. Lo fue.

El Guerruj llegó a Atenas con más determinación que energía. Dos derrotas durante el verano le habían hecho vulnerable. Muchos no le consideraban favorito. Pero El Guerruj brindó dos momentos inolvidables: su victoria en los 1.500 metros frente al tenaz Lagat y el triunfo sobre Bekele en 5.000. Desde Paavo Nurmi en París 1924, nadie lo había conseguido. El hombre que llegaba entre dudas, salió coronado de Atenas como el mediofondista más grande de la historia. ¿Cómo no aplaudir este premio?

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