PANORAMA DEL FLAMENCO ACTUAL: EL BAILE

Antonio Gades: estilo y formas escénicas

DEJABA SIEMPRE Antonio Gades una estela de admiración y singularidad, de sobriedad y buen gusto, digamos de modernidad. Edgar Neville le retrataba como reservado, reconcentrado en un ensayo interminable. Y ese respeto que se imponía a sí mismo y a los demás lo trasmitía a la esencia de su baile que no era expansivo, sino de brillantez interior; esto es aplicable también a su impecable y definitivo estilo coreográfico, el que ha marcado al ballet español de nuestro tiempo. Frecuentemente se dice que la carrera coreográfica y estilística de Gades comienza con Bodas de sangre. No es así. E...

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DEJABA SIEMPRE Antonio Gades una estela de admiración y singularidad, de sobriedad y buen gusto, digamos de modernidad. Edgar Neville le retrataba como reservado, reconcentrado en un ensayo interminable. Y ese respeto que se imponía a sí mismo y a los demás lo trasmitía a la esencia de su baile que no era expansivo, sino de brillantez interior; esto es aplicable también a su impecable y definitivo estilo coreográfico, el que ha marcado al ballet español de nuestro tiempo. Frecuentemente se dice que la carrera coreográfica y estilística de Gades comienza con Bodas de sangre. No es así. El Gades coreógrafo, ya con su mundo teatral sobre los hombros y compañía propia, comienza con su Don Juan (1965), sobre música original de Antón García Abril y textos de Alfredo Mañas (ya habían trabajado juntos y con éxito en El hospital de los locos). El equipo era más que notable, y el resultado fue polémico. Esos presupuestos estilísticos están presentes en todo el ballet español que se ha hecho después, quieran o no sus creadores. Una síntesis que derrama en su Fuenteovejuna, última gran creación calificable de sinfónica en su empaste y en su belleza coral. Gades reconocía su Don Juan como "una obra de arte total", y por ahí van los tiros de nuevo ahora en el espectáculo flamenco de argumento.

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"Esta obra es una auténtica revolución", dijo Gades entonces (le gustaba presumir de ser un revolucionario dentro y fuera de la escena); pero su verdadera gran revolución, la más importante, es la estética, la que transforma la danza escénica española para siempre en ballet moderno. Si somos rigurosos, hay que decir que esa revolución está presente desde la primera aventura real de Gades: La historia del soldado, otro experimento de voz, baile y un uso peculiar del Stravinski basado en Ramuz. Apenas con siete obras de creación coreográfica (hay que incluir su Bolero de Ravel italiano y el filme Fuego), se instala por derecho propio como el gran renovador del ballet español. Tardaba años en concebir una idea, desarrollarla, todo lo contrario de lo que pasa hoy. Don Juan, Bodas de Sangre, Carmen, El amor brujo, Fuenteovejuna, en estas obras resume el arte coreográfico-teatral del ballet flamenco; la voz Gades, tan personal como universal. No ha creado escuela. Los imitadores, como tales, son pálidos, pero la esfera real de su influencia se palpa viva.

Antonio Gades (Elda, Alicante, 1936) murió en Madrid el pasado 20 de julio.

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