Reportaje:

El inconsciente del Fórum

Hace dos años, cuando Barcelona parecía haber asumido la incorporación de la escultura contemporánea como elemento de embellecimiento de sus calles y síntoma de esa nueva imagen de modernidad e internacionalidad que desde principios de los ochenta tanto habían estimulado sus regidores, la organización 22a, formada por un grupo de creadores y críticos, lanzó la idea de que el artista debía huir de los cómodos algodonales institucionales y buscar espacios desconocidos, cohabitar, comunicar, interactuar. "Si desacralizamos el espacio del arte", decían, "si extraemos el arte de su espacio e...

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Hace dos años, cuando Barcelona parecía haber asumido la incorporación de la escultura contemporánea como elemento de embellecimiento de sus calles y síntoma de esa nueva imagen de modernidad e internacionalidad que desde principios de los ochenta tanto habían estimulado sus regidores, la organización 22a, formada por un grupo de creadores y críticos, lanzó la idea de que el artista debía huir de los cómodos algodonales institucionales y buscar espacios desconocidos, cohabitar, comunicar, interactuar. "Si desacralizamos el espacio del arte", decían, "si extraemos el arte de su espacio específico, sólo le queda el espacio social, la confrontación con la realidad más pura y directa". Habían nacido los "Invasores del Espacio".

En el nuevo paisaje sostenible, estas cuatro propuestas actúan como contrajuego, dentro del sistema

Con este nuevo espíritu, los proyectos escultóricos creados al calor de las olimpiadas de 1992, como la Barcelona Head de Roy Lichtenstein, en el Moll de Bosch i Alsina, el Crescendo appare de Mario Merz, en el Moll de la Barcelonesa, el Homenatge a la Barceloneta de Rebecca Horn y la misteriosa escultura de Juan Muñoz, Una habitación donde siempre llueve, en el Nuevo Paseo Marítimo, o Las cerillas de Oldenburg, en el Vall d'Hebron, que entre otros muchos habían formado parte de la exposición Configuraciones urbanas, dejaron de ser el anuncio de algo más que sí mismas, su literalidad inexpresiva agotaba el papel que habían tenido como integradoras del arte, la arquitectura y el urbanismo. En su lugar, los invasores proponían acciones como lanzar en las playas quince cometas con los rostros de otros tantos políticos de la extrema derecha europea y norteamericana (Haider, Le Pen, Anglada). A aquella volátil experiencia de Fuerte Europa, ideada por la artista Anne Brito-Rage, le siguió la titulada Piso Compartido, en la que la esfera íntima y privada de una casa era invadida por los artistas -Gustavo Artigas, Domènec, Art Larson, Francesc Ruiz, Costa Monteiro- que convirtieron cocina, dormitorios, cuarto de baño y comedor en su base de operaciones destinados a un público voyeur. Una última incursión en ese arte público fue la propuesta Al límite: el colectivo El Perro y los artistas Francesc Vidal, Connie Mendoza y Raimond Chaves realizaron la edición de cuatro carteles para emplazarlos en muros y pirulís con mensajes claramente críticos con el nuevo disseny urbanístico, a resultas de la nueva ciudad del acontecimiento llamada a ser el Fórum de las Culturas, pósters que finalmente fueron engullidos en la multiplicidad de estímulos callejeros y por su constante sustitución.

Pero como afirma el crítico de arte Martí Peran, "el arte fuera de lugar debe asumir su contradicción irresoluble: si pretende llevar al límite su voluntad de prescindir del sistema del arte, corre el peligro de caer en la irrelevancia artística; por el contrario, si pretende conservar un grado mínimo de artisticidad, está condenado a la docilidad". ¿Era posible una tercera vía? Volvamos al foro.

Glòria Moure ha dado forma a ese trazado que acerca el arte a la vida y que se mueve en ese paisaje interactivo de un nuevo urbanismo donde cabe la crítica y "se abandona, por alienante, una idea de arte basada en su objetualidad autónoma". Cuatro son los proyectos tutelados por la comisaria de exposiciones en el recinto del Fórum, los firmados por Cristina Iglesias, Tony Oursler, Eulàlia Valldosera y Fischli & Weiss.

El primero, de la artista donostiarra, se ha insertado en el amplio espacio de la sala de recepción del Centro de Convenciones de Josep Lluís Mateo y consiste en un falso techo compuesto por dieciséis palios de trefilado metálico rectangulares sostenido desde arriba por tirantes de acero. Las placas son como esteras gigantescas de tono cobrizo y están montadas de forma irregular en altura e inclinación, son celosías apaisadas que filtran la luz y proyectan sombras sobre el piso o sobre los cuerpos de los visitantes que penetran en él, como esos entoldados de los zocos árabes.

El trabajo de Tony Oursler es más extrovertido: "Las grandes cosas nos explican las cosas pequeñas, igual que lo personal nos explica lo universal. Gran parte de mi trabajo transcurre entre estas dos escalas", afirma el artista californiano, que en su nuevo juego de proyecciones sobre el suelo y las fachadas del triángulo de Herzog & De Meuron, el hotel Princesa de Tusquets, el geriátrico de Clotet & Paricio y el Centro de Convenciones de Mateo vuelva a profundizar en las complejidades del ver y entender, utiliza las innovaciones tecnológicas para evidenciar cómo éstas han comportado la aparición de medios más potentes de vigilancia y control, dejando al individuo un menor margen de intimidad.

Fischli & Weiss han ideado un "antimonumento", dos enormes piedras de travertino de Banyoles que estarán situadas en la rambla de Prim y se irán transformando ya que la humedad las cubrirá de un tapiz de musgo. La obra de los artistas suizos intenta romper las claridades geométricas de la nueva arquitectura y fijar la atención en la escultura como antiforma que busca el desbaratamiento y perturbación de los sentidos. Eulàlia Valldosera ultima su proyecto titulado Aquí hay tomate, que consiste en diversos dispositivos a modo de telescopios de uso público que permiten penetrar el nuevo paisaje urbano de la ciudad. El usuario podrá visualizar unas imágenes pregrabadas de acciones o puestas en escena sobre espacios que rodean el Fórum, medio escondidos por la nueva urbanización o, al contrario, espacios preexistentes que ahora quedan desvelados: la ronda del litoral, la incineradora y la térmica, la mina, el mar, viviendas en condiciones extremas. "Son espacios que han crecido de espaldas a la ciudad y ahora son un punto de referencia para reconstruir, a partir de los visores de estos telescopios que funcionan como espejos, una memoria perdida, borrada.

En el nuevo paisaje sostenible, estas cuatro propuestas actúan como contrajuego, dentro del sistema, son la paráfrasis en las que emerge el inconsciente de la escultura. Y, por tanto, sólo tienen sentido por cuanto entran en conflicto con la conciencia de lo que revela, la conciencia del Fórum.

Instalación de Tony Oursler.

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