OPINIÓN DEL LECTOR

Línea 123 de la EMT

Para comprobar por uno mismo el grado de consideración que, como usuarios, le merecemos a la EMT, no hay nada mejor que hacer uso de la línea 123. Esta línea que sale de Legazpi, da servicio a barriadas tan populosas como San Fermín y El Espinillo y constituye el único transporte público para acercarse a la estación de Metro más cercana.

Pues desde el profundo conocimiento que de la situación da el sillón de un despacho, sus directivos han llegado a la conclusión de que tres ocasiones, cada hora, de poder hacer uso de dicho transporte es una cantidad excesiva y que es más razonable pode...

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Para comprobar por uno mismo el grado de consideración que, como usuarios, le merecemos a la EMT, no hay nada mejor que hacer uso de la línea 123. Esta línea que sale de Legazpi, da servicio a barriadas tan populosas como San Fermín y El Espinillo y constituye el único transporte público para acercarse a la estación de Metro más cercana.

Pues desde el profundo conocimiento que de la situación da el sillón de un despacho, sus directivos han llegado a la conclusión de que tres ocasiones, cada hora, de poder hacer uso de dicho transporte es una cantidad excesiva y que es más razonable poder hacerlo cada 30-35 minutos. Resultado: colas en la cabecera de línea de Legazpi de 70 u 80 personas a partir de las seis de la tarde (ya no hablemos si es festivo), necesidad de salir de casa con más tiempo, como si por ser verano tuviésemos más para poder perderlo y que el hecho de estar en la cola no significa que se vaya a poder subir en el primero que venga, a no ser que uno quiera comprobar por sí mismo la sensación que deben de sentir las sardinas cuando se las enlata. De paso he de decir que, en los fines de semana, el personal de limpieza debe de librar, a juzgar por el lamentable estado de higiene que se observa en los vehículos hasta pasada buena parte de la mañana; y eso durante todo el año. Eso sí: la tarifa es la misma en todos los casos anteriores a pesar del considerable ahorro que les supone, ya que no tiene la misma rentabilidad un vehículo medio vacío por coincidir su trayecto con una línea de Metro, que uno lleno como el que nos ocupa.

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