OPINIÓN DEL LECTOR

Expropiaciones en La Punta, todavía

Quan creus que ja s'acaba torna a començar. Hace algún tiempo que, "vencidos y derrotados" -como al final todos sabíamos que sucedería-, adormecimos tras las denuncias y la oposición ciudadana al asesinato de La Punta, ese pequeño trozo de huerta resistente ubicado entre Natzaret y Pinedo, sacrificado en aras de la Zona de Actividades Logísticas del Puerto (ZAL).

Sin embargo, SEPES, la sociedad estatal dependiente del Ministerio de la Vivienda encargada de las expropiaciones -que no de la promoción del suelo como rezan sus siglas-, no ha tenido suficiente con la consecución de su...

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Quan creus que ja s'acaba torna a començar. Hace algún tiempo que, "vencidos y derrotados" -como al final todos sabíamos que sucedería-, adormecimos tras las denuncias y la oposición ciudadana al asesinato de La Punta, ese pequeño trozo de huerta resistente ubicado entre Natzaret y Pinedo, sacrificado en aras de la Zona de Actividades Logísticas del Puerto (ZAL).

Sin embargo, SEPES, la sociedad estatal dependiente del Ministerio de la Vivienda encargada de las expropiaciones -que no de la promoción del suelo como rezan sus siglas-, no ha tenido suficiente con la consecución de sus propósitos mediante, en ocasiones, el más que posible empleo del chantaje, las coacciones y las amenazas.

No era suficiente, en efecto, con arrebatarles a los vecinos y residentes sus tierras y viviendas, alegando ese más que dudoso "bien de interés general". No, no bastaba con provocar, especialmente entre las personas de más edad, defunciones y enfermedades múltiples -y tenemos los datos precisos por si alguien pudiera pensar que hacemos uso de la demagogia-, era necesario continuar con la persistente aplicación de ese capitalismo salvaje que padecemos, ajenos ciertamente a las aducidas necesidades del puerto.

Así pues, en lo que pudiera entenderse como una medida de presión intolerable, SEPES anuncia ahora que va a recurrir el justiprecio que fije el jurado encargado de las expropiaciones antes incluso de conocer su cuantía. Es decir, aquí no vale aquello de "las necesidades del puerto" o el ya mencionado "bien de interés general", aquí lo que se pretende aplicar es la avaricia del capital puro y duro. Sin paliativos.

Esperamos que el tribunal encargado valore debidamente, además del despojo de los bienes materiales, los daños y perjuicios ocasionados a las personas y sus sentimientos, en una forma de vida ancestral que se rompe.- Josep Vicent Bergón. Valencia.

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