Columna

Más que una sombra

Hasta hace apenas unos meses, la tensión alcista en los precios del petróleo no era más que una sombra en el luminoso escenario económico internacional. Para los responsables políticos más optimistas, esa ligera amenaza era, además, meramente circunstancial. El control sobre la situación en Irak, la entrada en funcionamiento de nueva capacidad de producción en Arabia Saudí y las buenas intenciones del conjunto de la OPEP eran los factores que, todavía en junio, se confiaba recondujeran el precio del barril a un entorno no muy distante de esos 28 dólares de límite superior marcado por el cartel...

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Hasta hace apenas unos meses, la tensión alcista en los precios del petróleo no era más que una sombra en el luminoso escenario económico internacional. Para los responsables políticos más optimistas, esa ligera amenaza era, además, meramente circunstancial. El control sobre la situación en Irak, la entrada en funcionamiento de nueva capacidad de producción en Arabia Saudí y las buenas intenciones del conjunto de la OPEP eran los factores que, todavía en junio, se confiaba recondujeran el precio del barril a un entorno no muy distante de esos 28 dólares de límite superior marcado por el cartel. Ahora sabemos que no sólo no han podido aplicarse ninguno de esos bálsamos, sino que han entrado en acción otras perturbaciones en la oferta. Algunas no contempladas entonces, como la quiebra de la petrolera rusa Yukos, cuya producción era de 1,7 millones de barriles, y otras que han agudizado sus implicaciones adversas. Las frecuentes interrupciones en la producción de Nigeria (productora de 2,3 millones de barriles), como consecuencia de la inestabilidad política en la que está sumido ese país y los atentados a las instalaciones en Irak, ya pesaban sobre esa prima de riesgo que incorporaban los precios de contado y a plazo, pero la concreción del peor de los desenlaces no se había anticipado. Como tampoco se había hecho con las crecientes dificultades en Arabia Saudí para concretar sus propósitos de ampliación de capacidad.

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Claro que la demanda está situada en niveles máximos y que, a tenor de las previsiones de crecimiento de las principales economías, no va a debilitarse de forma significativa en los próximos meses. Pero aún asumiendo el crecimiento en aquélla anunciado por la Agencia Internacional de la Energía (del 3,2% en el conjunto del año hasta los 81,4 millones de barriles diarios, que serían 83,2 en 2005), una parte significativa de esos 40 dólares a los que cotiza el brent han de atribuirse a esos elementos extraeconómicos, de forma muy diferenciada a las complicaciones creadas en Irak y, en general, en esa zona del planeta donde se extrae alrededor del 40% del petróleo de todo el mundo. La geopolítica, en menor medida que la geología y que la propia economía, es la responsable de esos casi diez dólares suplementarios que pueden dar al traste con la estabilidad de precios en algunas economías, la nuestra entre ellas, y con la confianza de los agentes en todas.

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