Columna

Dinamita

Hay días que merece la pena abrir el periódico y detenerse con fruición con noticias que levantan la moral en momentos en los que se pierden informes y estudios (Plan Hidrológico), se especula con la peligrosa actitud (para el PP) de Perico Arriola para que Aznar mantuviera que el atentado del 11-M fue obra de ETA y don Javier Arenas pretendiendo recuperar terreno con la copia, malamente, de parte del discurso de investidura del presidente Chaves, que entonces mereció las más duras descalificaciones de doña Teófila.

Y digo que merece uno alegrarse con las buenas noticias porque, aunque ...

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Hay días que merece la pena abrir el periódico y detenerse con fruición con noticias que levantan la moral en momentos en los que se pierden informes y estudios (Plan Hidrológico), se especula con la peligrosa actitud (para el PP) de Perico Arriola para que Aznar mantuviera que el atentado del 11-M fue obra de ETA y don Javier Arenas pretendiendo recuperar terreno con la copia, malamente, de parte del discurso de investidura del presidente Chaves, que entonces mereció las más duras descalificaciones de doña Teófila.

Y digo que merece uno alegrarse con las buenas noticias porque, aunque un poco tarde, la Junta de Andalucía le para los pies a Roca, el todopoderoso hombre del urbanismo y la intermediación de Marbella (Povedano, apúntate un diez) y el Ayuntamiento de Rincón de la Victoria decide detener la desenfrenada fiebre constructora que ha hecho de este municipio el más incómodo de todo el Mediterráneo.

En éstos y otros asuntos urbanísticos del litoral andaluz se nota ya la mano del profesor Vicente Granados, el profesional responsable de ordenar el territorio. Y más aún se alegra uno cuando desde la Diputación malagueña Salvador Pendón, en base a rigurosos estudios, da la voz de alarma, una vez más, de que la Costa del Sol no puede, ni debe, seguir creciendo al ritmo actual.

Y reconforta que el delegado de Cultura de Málaga, Francisco López, dictara orden de paralización de la demolición de la chimenea de la antigua Térmica, cuando ya tenía horadados los hoyos para colocar la dinamita (apúntate un diez, pacolópez).

Y cuando los caseros de turno, por el delegado de Urbanismo de Málaga, Juan Manuel Casero, abre la boca de forma broncosa, diciendo que hay melancólicos y nostálgicos dispuestos a proteger la basura, por la chimenea que data de los años cincuenta, habrá que pensar que este político estaría mejor guardando gallinas.

La ciudad de Málaga viene perdiendo de forma acelerada y progresiva su personalidad y de seguir al frente del urbanismo este Casero, en Málaga no quedará títere con cabeza.

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