LA CRÓNICA

America's Cup: un mar de verborrea

Asegura el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, que el 80% de los valencianos está a favor del proyecto náutico deportivo America's Cup, en tanto que el 20% restante se muestra contrario. Ignoramos en qué sondeos de opinión funda este aserto, pero nos tememos que responde al acreditado cálculo del buen cubero. Por la misma fórmula, y acaso con más pertinencia, podríamos invertir el orden de los datos y afirmar que sólo el 20% está por la labor, en tanto que el resto se limita a transitar entre la indiferencia y la perplejidad. Y ello porque en estos momentos únicamente los selectos a...

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Asegura el presidente de la Generalitat, Francisco Camps, que el 80% de los valencianos está a favor del proyecto náutico deportivo America's Cup, en tanto que el 20% restante se muestra contrario. Ignoramos en qué sondeos de opinión funda este aserto, pero nos tememos que responde al acreditado cálculo del buen cubero. Por la misma fórmula, y acaso con más pertinencia, podríamos invertir el orden de los datos y afirmar que sólo el 20% está por la labor, en tanto que el resto se limita a transitar entre la indiferencia y la perplejidad. Y ello porque en estos momentos únicamente los selectos amantes de esta especialidad regatista, el gremio del atobón con expectativas de lucro en la operación urbanística que se avizora y unos cuantos políticos involucrados tienen motivos para declamar su entusiasmo o hacer rogativas a Neptuno o a la Virgen del Carmen, patrona de las cosas de la mar. Los demás, la inmensa mayoría, incluida la oposición política, somos convidados de piedra.

Cierto es que en los últimos días y particularmente esta semana se han producido algunas novedades delatoras de que hay vida entre los organizadores valencianos del evento. A este respecto, la alcaldesa del cap i casal, Rita Barberá, se ha mostrado muy activa, siendo reveladora su entrevista con el ministro de Economía, el valenciano Pedro Solbes. De este encuentro se desprende lo que era un secreto a voces: que la financiación de este fasto extraordinario habría de correr por cuenta del Estado. Son algo así como 265.000 millones de pesetas, o 1.600 millones de euros. Una cifra que se ha destapado cuando nuestra primera edil ha presentado en Madrid su petitorio revisado a la alza de obras y reformas. Seamos realistas, pidamos lo imposible, clamaban los jóvenes del 68.

Por la cuenta que le trae, ya se apañará el ministro para sacar adelante esas inversiones descomunales y asumir la cuota de gestión que le incumbe en tanto que proveedor estatal de recursos. Entre otras cosas, tal millonada puede significar en el 2007 el desahucio de los titulares actuales de la Generalitat, en beneficio de los socialistas, reconvertidos súbitamente en mecenas de este histórico episodio. Un laurel que conlleva asimismo solucionar varios problemas urbanísticos de Valencia y quizá acabar de una vez por todas con ese estribillo aflictivo que es la presunta deuda histórica con el País Valenciano. No obstante, a la vista de las cifras anotadas y la insolvencia de las arcas autonómicas y municipales, no habría de extrañarnos que un periódico caduco cogiese el rábano por las hojas y airease sin fundamente el nombre de Barcelona como sede sustituta de la competición. Con el revuelo consiguiente.

No vamos a reproducir las sandeces anticatalanas manifestadas a propósito de la aludida falsedad informativa. De ciertos personajes partidarios no puede extrañar la fijación con nuestros parientes del norte. En realidad, se nutren de esta beligerancia, que previsiblemente puede atizarse en la medida que el sector reaccionario del PP capitalino se vea con un pie fuera de las instituciones. Lo chocante, sin embargo, es que tipos de la hornada más liberal y cosmopolita, como el consejero de Cultura, Esteban González Pons, se sumen a esta pasarela de esperpentos vomitando memeces sublimes. ¿Realmente cree que el Gobierno de Pasqual Maragall envidia al valenciano? No se entiende cómo, teniendo la consejería hecha un coladero, de tantas deudas, su titular pierde el tiempo en estas correrías.

Un contrapunto a esta cascada verborreica y pretendidamente movilizadora ha sido el comunicado de la Confederación de Empresarios Valencianos (CEV) reiterando su confianza en las autoridades y en los compromisos contraídos. Sin embargo, al formular este propósito plausible de aunar y estimular voluntades, los patronos atribuyen al America's Cup la oportunidad de acelerar la modernización del tejido productivo de Valencia. Nos gustaría saber cómo se vincula ese prodigio, de todo punto necesario, con las otras e indudables bondades de esta gran iniciativa. Una explicación convincente de este efecto colateral que es la renovación de nuestro dispositivo fabril, seguro que multiplicaría las simpatías en torno al hito que nos ocupa.

CADA CUAL, LO SUYO

Hoy vamos a votar y parece que el pescado está vendido. Los sondeos y las Sibilas habituales han anticipado ya resultados verosímiles que complacen a los socialistas más que a los populares. Pero entre estas dos formaciones se reparte el mogollón de los votos. Después viene un cardumen de siglas que se disputa el resto. Y todos los votos son útiles, todos, si son coherentes y libres. De manera especial -y es un criterio muy personal- esos de Esquerra Unida que el PSOE aspira a engullir. Ni agua. EU, aunque minoritaria, es más que nunca imprescindible en la Europa social, amenazada por la piqueta liberal y desguazadora.

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