Paseo entre continentes

Adentrarse en el Parque Natural de Los Alcornocales es toda una fiesta para los sentidos. Este pulmón verde enclavado entre las provincias de Cádiz y Málaga acoge unos bosques galerías excepcionales que transportan a las selvas subtropicales inexistentes en Europa. Las 170.000 hectáreas que ocupa se distribuyen desde Tarifa hasta el municipio de Cortes de la Frontera, en el noroeste de la provincia de Málaga. Visitar esta joya de la naturaleza se hace sencillo, dada la enorme cantidad de senderos y áreas recreativas creadas al efecto. De las 18 rutas principales destaca la que une el poblado d...

Adentrarse en el Parque Natural de Los Alcornocales es toda una fiesta para los sentidos. Este pulmón verde enclavado entre las provincias de Cádiz y Málaga acoge unos bosques galerías excepcionales que transportan a las selvas subtropicales inexistentes en Europa. Las 170.000 hectáreas que ocupa se distribuyen desde Tarifa hasta el municipio de Cortes de la Frontera, en el noroeste de la provincia de Málaga. Visitar esta joya de la naturaleza se hace sencillo, dada la enorme cantidad de senderos y áreas recreativas creadas al efecto. De las 18 rutas principales destaca la que une el poblado de La Sauceda con el pico del Aljibe (1.092 metros), la cumbre más alta del espacio.

La Sauceda es un antiguo asentamiento de bandoleros en el corazón del Parque Natural de los Alcornocales. De esta área recreativa parte la ruta hacia el pico del Aljibe, desde donde, en días claros, se puede disfrutar de unas magníficas vistas de gran parte de la provincia gaditana, como la Bahía de Cádiz, el Estrecho de Gibraltar e incluso divisar la costa marroquí. Un lujo que permite ubicar el espacio natural, a caballo entre entre dos mares y dos continentes.

El itinerario de esta amena ruta de unos seis kilómetros parte de La Sauceda, que se encuentra en el municipio malagueño de Cortes de la Frontera y transcurre paralelo al arroyo Pasadallana por su margen izquierdo. Ya en este primer tramo de la ascensión aguardan varias sorpresas, como son las ruinas de la ermita-escuela del poblado de La Sauceda, sus ricos huertos y sus molinos harineros aún en pie. Una vez tomada a la izquierda la pista, el camino se convierte en sendero en apenas medio kilómetro. Pequeñas y ruidosas cascadas acompañan y refrescan los primeros tramos del recorrido hasta adentrarse en un bosque poblado de antiguos alcornoques con grandes oquedades en sus troncos que sirven de morada para algunas de las especies de la zona, como los murciélagos.

Entre centenarios alcornoques, quejigos, robles, acebuches y enormes helechos verdes que se asemejan a los de las selvas subtropicales, se avanza resguardado del calor hasta un pequeño claro ideal para hacer un alto en el camino y disfrutar de las bellas vistas panorámicas. Tras este parón imprescindible, se retoma una pista forestal que en apenas 20 minutos de marcha desemboca en un nuevo sendero que sube al canuto de Los Sauces. Los canutos albergan auténticos bosques subtropicales que en Europa tan sólo se dan en España y en Turquía. Estos valles excavados por los cauces fluviales están formados por laurel, avellanillo y otras especies entre las que destaca los magníficos ejemplares de helechos o el rododendro, que en esta época tiñe de un vistoso rosa el paisaje.

Al cobijo de las aguas de sus arroyos se pueden ver pequeñas aves como el mirlo acuático, el martín pescador y los aviones zapadores. Tras este remanso de paz y agua, la ruta alcanza su tramo final por un sendero no demasiado escarpado que culmina en la cumbre del Pico del Aljibe, donde se pone fin a algo más de dos horas de recorrido por un paraje sacado de otra época.