Los geos rescatan en Villaverde a un empresario colombiano secuestrado por unos compatriotas

La esposa de la víctima quedó libre tras ser retenida durante cinco días

Una docena de agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) acabaron en la madrugada de ayer con el secuestro de un empresario colombiano, tras asaltar un domicilio del distrito de Villaverde donde se encontraba retenido contra su voluntad. Los raptores exigían unos 200.000 euros en efectivo a este hombre, que reside en Pozuelo de Alarcón. La esposa de la víctima fue secuestrada con anterioridad, pero su cónyuge se canjeó por ella, lo que permitió su liberalización sin pagar el rescate. Al quedar libre, la mujer denunció los hechos en la Audiencia Nacional.

La historia de este largo s...

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Una docena de agentes del Grupo Especial de Operaciones (GEO) acabaron en la madrugada de ayer con el secuestro de un empresario colombiano, tras asaltar un domicilio del distrito de Villaverde donde se encontraba retenido contra su voluntad. Los raptores exigían unos 200.000 euros en efectivo a este hombre, que reside en Pozuelo de Alarcón. La esposa de la víctima fue secuestrada con anterioridad, pero su cónyuge se canjeó por ella, lo que permitió su liberalización sin pagar el rescate. Al quedar libre, la mujer denunció los hechos en la Audiencia Nacional.

La historia de este largo secuestro comienza el pasado miércoles 2 de junio, cuando la esposa de la víctima se encontraba en su chalé de Pozuelo de Alarcón. Unos desconocidos irrumpieron armados hasta los dientes en la vivienda y se llevaron a la mujer. Desde entonces, el secuestro se fue complicando. Días más tarde, los captores contactaron con el empresario colombiano, de 45 años. Éste ya había sufrido un anterior secuestro en su país de origen por las Fuerzas Armadas Revolucionarias Colombianas (FARC). Allí se dedicaba al comercio de esmeraldas, mientras que en España tiene empresas inmobiliarias.

Hasta entonces, la policía desconocía este secuestro. Los autores exigieron entonces que el empresario se cambiara por su cónyuge. Esto se produjo el lunes, cuando unos individuos capturaron al hombre. La mujer fue introducida encapuchada en un coche, de forma que no podía saber el domicilio donde fue ocultada. Horas después fue abandonada en un sitio que no pudo determinar, según fuentes judiciales.

Ante la experiencia del secuestro en Colombia, la mujer se dirigió directamente a la Audiencia Nacional para denunciar el caso. A partir de ese momento, el Grupo XII de la Brigada Provincial de Policía Judicial, especializado en robos a bancos, secuestros y extorsiones, se hizo cargo de las investigaciones. Los agentes lograron centrar la tarde del mismo martes el domicilio en el que se hallaba retenido el empresario, en el número 2 de la calle de Flora Tristán, junto a la carretera que une Villaverde y Vallecas. Con gran discreción para no ser descubiertos por los criminales, montaron un férreo dispositivo de vigilancia. De hecho, los investigadores cerraron la zona a posibles incursiones de extraños y colocaron una atalaya en un polideportivo cercano. Allí, provistos de visores con rayos infrarrojos, comprobaron que había tres personas en el interior de la vivienda.

Dada la peligrosidad de los captores, los responsables de la Brigada de Policía Judicial avisaron a los geos, que tienen la sede en la ciudad de Guadalajara. Los especialistas decidieron, junto a los mandos de Madrid, aguantar a que los secuestradores estuvieran dormidos para entrar en la casa. Tenían previsto efectuar el asalto entre las tres y las cuatro de la madrugada, pero se vieron obligados a retrasarlo. Uno de los hombres que retenía al empresario se puso a hablar por un teléfono móvil en torno a las cuatro de la madrugada.

Tres golpes secos

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Los vecinos del número 2 de la calle de Flora Tristán, junto a la carretera que une Villaverde y Vallecas, no salían ayer de su asombro. Tres golpes secos a las cinco menos cuarto de la madrugada despertaron al vecindario. Era un martillo neumático que tiró abajo la puerta de acceso al piso segundo, número 2, donde estaba retenido el empresario, de 45 años.

Los geos, armados con subfusiles y protegidos con cascos y chalecos antibalas, irrumpieron en la vivienda y detuvieron a los dos captores que estaban en su interior, según fuentes judiciales. Los especialistas del Cuerpo Nacional de Policía no tuvieron que efectuar ni un solo disparo, ya que los secuestradores estaban dormidos y por tanto totalmente desprevenidos. Además, algunas fuentes judiciales apuntaban anoche que estaban desarmados.

La víctima, al ver cómo irrumpía la policía en medio de la noche en la habitación donde se encontraba, fue víctima de una crisis nerviosa. Pensaba que habían entrado otros criminales y que iban a acabar con su vida. Tuvo que ser atendido por los agentes, que le explicaron lo sucedido y le tranquilizaron. "Creía que se me caía el armario encima, porque oímos golpes muy secos. Al segundo, los geos empezaron a gritar que no se moviera nadie y que eran policías", explicaron varios vecinos.

"Iba tambaleándose"

Unos policías sacaron esposados a los captores, mientras que otros agentes ayudaban al empresario a bajar. "Vi que estaba muy mal. Iba tambaleándose y con muy mala cara. Mientras, la mujer no dejaba de abrazar a algunos hombres de paisano y de darles las gracias a todos llorando. Se vivieron momentos de mucha tensión", añadió otro residente.

Los investigadores mantuvieron hasta la mañana de ayer la vigilancia en vehículos camuflados y con agentes de paisano. Y les dio buen resultado, ya que unas horas después de efectuar las primeras detenciones fue arrestado un tercer componente, que desconocía todo lo que había ocurrido en el segundo piso.

Las pesquisas continúan abiertas y los policías no descartan que se produzcan nuevas detenciones en las próximas horas. De hecho, aún falta por arrestar el cabecilla de la banda.

Los vecinos señalaron que habían visto algo raro en los inquilinos que habían alquilado el piso a principios de año: "Nunca se relacionaron con nadie. Siempre entraban y salían de la vivienda a horas muy intempestivas, por lo que casi nadie les sabe poner cara o decir cómo eran. Ni siquiera sabemos el número exacto de personas que vivían allí".

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