El Papa reclama en Suiza la unidad de la Iglesia

Juan Pablo II celebró ayer una misa al aire libre en Berna ante más de 50.000 personas, jóvenes en su mayoría. Hacía un día espléndido y el Papa aprovechó para insistir en el mensaje de unidad y respeto a la ortodoxia vaticana que llevaba a Suiza, una comunidad católica muy liberal e impregnada de tendencias democráticas: "Una iglesia local en la que florezca la espiritualidad de la comunión sabrá purificarse constantemente de las toxinas del egoísmo, que generan celos, desconfianza, manías de autoafirmación y oposiciones molestas", dijo en el sermón.

En la misa dominical, concelebrada ...

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Juan Pablo II celebró ayer una misa al aire libre en Berna ante más de 50.000 personas, jóvenes en su mayoría. Hacía un día espléndido y el Papa aprovechó para insistir en el mensaje de unidad y respeto a la ortodoxia vaticana que llevaba a Suiza, una comunidad católica muy liberal e impregnada de tendencias democráticas: "Una iglesia local en la que florezca la espiritualidad de la comunión sabrá purificarse constantemente de las toxinas del egoísmo, que generan celos, desconfianza, manías de autoafirmación y oposiciones molestas", dijo en el sermón.

En la misa dominical, concelebrada con la jerarquía eclesiástica suiza en una pradera contigua al recinto ferial de Berna, abundó en la necesidad de acompañar la fe con el rigor en el cumplimiento de los preceptos para aceptar "la invitación exigente de Jesús". Según un sondeo publicado en vísperas de la visita del Papa, el 89% de los católicos suizos considera que el celibato de los sacerdotes debería ser opcional, no obligatorio; el 76% es partidario de la ordenación sacerdotal de mujeres; el 70% cree que debía permitirse el matrimonio a los divorciados, y el 65% opina que deberían ser las conferencias episcopales nacionales, y no el Vaticano, quienes nombraran a los obispos.

Aunque el sábado hubo algunas protestas callejeras contra la llegada papal, centradas en la oposición vaticana al uso de preservativos, y pese a la indiferencia general con que la ciudadanía acogió la visita (no había banderas, ni decoraciones especiales, ni público en el aeropuerto), el carisma de Juan Pablo II se hizo notar en sus actos públicos.

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