Cartas al director

Pobres de nosotros

Escribo esto muy entristecida. Hace casi dos años que vine a España para realizar un trabajo de investigación. Desde entonces vivo en esta hermosa ciudad de Madrid. Uno de los pocos peros que le he encontrado es lo cara que resulta aquí la cultura. Determinadas manifestaciones culturales como la ópera y el ballet, debido a sus sorprendentes precios, parece que son consideradas cosas reservadas a ciertas élites. Sin ir tan lejos, el teatro tiene un precio poco razonable, sobre todo para los jóvenes.

Parece ser que todo ello es debido a un insuficiente compromiso de las diversas administr...

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Escribo esto muy entristecida. Hace casi dos años que vine a España para realizar un trabajo de investigación. Desde entonces vivo en esta hermosa ciudad de Madrid. Uno de los pocos peros que le he encontrado es lo cara que resulta aquí la cultura. Determinadas manifestaciones culturales como la ópera y el ballet, debido a sus sorprendentes precios, parece que son consideradas cosas reservadas a ciertas élites. Sin ir tan lejos, el teatro tiene un precio poco razonable, sobre todo para los jóvenes.

Parece ser que todo ello es debido a un insuficiente compromiso de las diversas administraciones con la cultura. Ésta, sometida a las leyes del mercado, queda para minorías o, muy peligroso, hay que decidirse por los productos más "comerciales". Eso, o echar el cierre.

Pues bien, parece ser que el Centro Cultural de la Villa y el Teatro Español van a pasar a manos privadas. Es una muy mala noticia. En el primero hay ahora una exposición de arte contemporáneo. Les menciono alguno de los autores expuestos: Pablo Picasso, Antoni Tàpies, Pablo Serrano, Roy Lichtenstein, Equipo Crónica, Le Corbussier, Salvador Dalí, Martín Chirino, Miquel Barceló, Christo, Joan Miró, Emil Nolde, Chillida, Robert Motherwell, Antonio Saura o Andy Warhol. Hay más, pero simplemente con éstos se puede decir que no hay en Europa en este momento una muestra que reúna autores de semejante nivel. Créanme que sé de lo que hablo. Gracias al dinero público, es gratis.

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No hay muchos visitantes, indudablemente no sería rentable en manos privadas. Me cuentan que un piso más arriba, en el teatro, a veces, con obras un tanto comprometidas -pero no peores-, el público también escasea. Está claro que es uno de los pocos sitios donde la calidad prima sobre la rentabilidad. Si el Ayuntamiento no rectifica, pronto dejará de serlo.

Parece que cultura y administración no se compaginan bien. Permítanme disentir: sí lo hacen cuando hay voluntad de que así sea. Cultura y mercado son aún más incompatibles: el público que fue a disfrutar de una obra de Jardiel Poncela no llenó el teatro; al de David Bisbal se le hubiera quedado pequeño.

Pobre cultura. Pobres de nosotros.

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