OPINIÓN DEL LECTOR

La seguridad de La Maestranza

Con mi señora, April Bofill Shanly, y una pareja amiga "vivimos" toda la excelencia de la Semana Santa sevillana, y como digno e imprescindible colofón disfrutamos de la fiesta de La Maestranza, gracias a la reventa que, por un módico precio de 300 euros, nos facilitaron cuatro entradas de la grada 12, fila 9, puerta 18 (importe en taquilla, 80 euros).

Por la mañana nos despedimos de la Macarena y acompañamos al Resucitado en su entrada a la iglesia, y seguimos paseando por la plaza de Los Terceros hasta Santa Catalina. Visitamos el Museo Taurino y las instalaciones de la plaza, ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Con mi señora, April Bofill Shanly, y una pareja amiga "vivimos" toda la excelencia de la Semana Santa sevillana, y como digno e imprescindible colofón disfrutamos de la fiesta de La Maestranza, gracias a la reventa que, por un módico precio de 300 euros, nos facilitaron cuatro entradas de la grada 12, fila 9, puerta 18 (importe en taquilla, 80 euros).

Por la mañana nos despedimos de la Macarena y acompañamos al Resucitado en su entrada a la iglesia, y seguimos paseando por la plaza de Los Terceros hasta Santa Catalina. Visitamos el Museo Taurino y las instalaciones de la plaza, almorzamos en la bodega de Antonio Romero, esperamos acompañados del calor popular a los maestros y sus cuadrillas en la esquina de la calle Iris, y disfrutamos del espectáculo que tanto nos enamora..., en la salida tuvimos frente a nosotros lo mejor del todo Sevilla y, al final, un refresco en el bar Gloria Bendita... Todo perfecto, o casi.

Y digo casi perfecto porque si bien el museo y la atención de sus funcionarios nos parecieron de una calidad a un insuperable nivel mundial, el acceso a la plaza y la habitabilidad de las localidades nos parecieron tercermundistas.

Tercermundistas por la súperdensidad en el número de espectadores por metro cuadrado, superando probablemente los ratios más benevolentes, y tercermundistas porque desde mi localidad y gracias a la columna que me acompañó toda la tarde, nunca logré ver al toro y al torero juntos, disfrutando de la corrida como si de un partido de tenis se tratara.

Pienso volver a Sevilla y a La Maestranza en Domingo de Resurrección, pienso pagar lo que me pida la picaresca de la reventa, del taxi, de las gitanas y sus flores, y continuaré lanzando por todo el mundo, desde mi Barcelona y desde mi Catalunya, las grandezas de Andalucía, de su capital, de su gente, de sus colores y de su perfume..., pero, por favor, garanticen la calidad, habitabilidad y, muy especialmente, la seguridad de la plaza.

Para lo primero propongo transparentar las columnas, seguro que hay soluciones arquitectónicas modernas absolutamente compatibles con la tradición monumental del recinto. Para lo segundo y tercero, y también para lo primero, redimensionar en altura y amplitud las puertas de acceso y los denominados vomitorios, reconsiderar la altura y amplitud de los escalones y las gradas, e, imprescindible, reducir en un total significativo el aforo, evitará sin duda lo que tanto pasa en nuestro país, que es lamentarse después cuando ya no tiene solución y los muertos, heridos y sus familias claman justicia. España, Sevilla y el mundo del toro no merecen este riesgo.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Archivado En