Cartas al director

Acuérdense del África occidental

Cuatro de los países más pobres del mundo (Chad, Benin, Burkina Faso y Malí) se convirtieron en noticia hace ahora casi un año por pedir desesperadamente en las negociaciones de la reforma de la Organización Mundial del Comercio el desmantelamiento de las subvenciones de los países ricos al algodón.

Estos subsidios impiden que estos países obtengan ingresos vendiendo al mundo lo único que saben producir mejor que nosotros, dañan los ingresos de sus agricultores y empobrecen aún más a sus economías, enormemente dependientes de estas exportaciones.

Pese a su desesperado grito y a l...

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Cuatro de los países más pobres del mundo (Chad, Benin, Burkina Faso y Malí) se convirtieron en noticia hace ahora casi un año por pedir desesperadamente en las negociaciones de la reforma de la Organización Mundial del Comercio el desmantelamiento de las subvenciones de los países ricos al algodón.

Estos subsidios impiden que estos países obtengan ingresos vendiendo al mundo lo único que saben producir mejor que nosotros, dañan los ingresos de sus agricultores y empobrecen aún más a sus economías, enormemente dependientes de estas exportaciones.

Pese a su desesperado grito y a lo razonable de sus demandas, nada consiguieron estos países frente a los poderosos grupos de presión agrícolas norteamericanos y europeos. Y nada consiguen ahora en la negociación del nuevo régimen comunitario para el algodón.

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En España se subsidia el algodón como en ningún país del mundo (¡hasta un 180% del valor de la producción!), y ahora parece que el Gobierno español ha conseguido que las ayudas por hectárea aumenten todavía más. "España logra un cambio satisfactorio", titula EL PAÍS. Yo no sé si el mantenimiento de las ayudas es algo bueno para España (es algo malo para mí y la gran mayoría de españoles que las financiamos con nuestros impuestos y no recibimos nada a cambio), pero sí estoy seguro de que son muy malas noticias para los 10 millones de agricultores del África central y occidental que viven del algodón y que ven cómo los países ricos seguimos empobreciéndoles con nuestras políticas.

Cuando hagamos juicios sobre lo "satisfactorio" que es el nuevo régimen del algodón, exijo que nos acordemos también de estos sistemáticamente despreciados agricultores africanos.

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