Condenado a 17 años por intentar asesinar en Sevilla a su pareja con un martillo

La víctima, maltratada de forma reiterada, no declaró por la invalidez causada tras el ataque

La Audiencia de Sevilla ha condenado a 17 años de cárcel a D. G. L., de 60 años, por maltrato continuado e intento de asesinato de su pareja a la que golpeó con un martillo y dejó herida en una alcantarilla. La mujer sufre debido a ello una gran invalidez -estuvo 253 días hospitalizada-, que incluso le impidió declarar en el proceso, aunque su hija relató el horror que habían padecido.

Los jueces no aplican atenuante de ningún tipo al considerar que el condenado no presenta ninguna alteración psíquica, aunque consideran que posee una "personalidad disocial, que es lo que se llama un psi...

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La Audiencia de Sevilla ha condenado a 17 años de cárcel a D. G. L., de 60 años, por maltrato continuado e intento de asesinato de su pareja a la que golpeó con un martillo y dejó herida en una alcantarilla. La mujer sufre debido a ello una gran invalidez -estuvo 253 días hospitalizada-, que incluso le impidió declarar en el proceso, aunque su hija relató el horror que habían padecido.

Los jueces no aplican atenuante de ningún tipo al considerar que el condenado no presenta ninguna alteración psíquica, aunque consideran que posee una "personalidad disocial, que es lo que se llama un psicópata o sociópata". La sentencia de la Sección Primera relata que el acusado entabló una relación sentimental con J. R. R. en el hospital psiquiátrico de San Lázaro, donde ambos estaban ingresados, y tras ser dados de alta convivieron juntos en el domicilio de la mujer. En esos años, el procesado sometió a la víctima y a su hija a "una situación continua de violencia física y psíquica, que dio lugar a múltiples denuncias" y que obligó a su compañera a refugiarse dos veces en una casa de acogida. El día 26 de agosto de 2002, sobre las 3.30, la mujer huyó del domicilio tras una discusión y su compañero la siguió con un martillo. A una distancia de unos 2.000 metros de la vivienda, la golpeó en la cabeza y la dejó inconsciente.

A continuación, con la finalidad de acabar con su vida, "la siguió golpeando pausadamente en la cabeza hasta en tres ocasiones y en la mano", la cogió por los pelos y la arrastró hasta una alcantarilla "posiblemente para que se desangrara sin dejar rastro", según la sentencia. Después el homicida se sentó en un banco "tranquilamente con los brazos apoyados en el respaldo a observar el cuerpo inmóvil" hasta que fue sorprendido por una persona que pasaba en bicicleta por el lugar.

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