FÚTBOL | Liga de Campeones: vuelta de los cuartos de final

Tranquilidad en el rincón de la opulencia

"No me gusta la relajación que he visto", advierte Zidane ante la visita del Madrid al Mónaco, "un buen equipo"

El Madrid de los galácticos llegó ayer a Montecarlo, al rincón de las celebridades, a este parque temático de la opulencia que se ha animado a tener un buen equipo de fútbol. Es el Mónaco y le cuesta hacerse un nombre. No es extraño. Hay algo de irreal en la relación entre un equipo de fútbol y un lugar colgado de los farallones mediterráneos, sin apenas un centímetro cuadrado de espacio libre, un paraíso fiscal donde el índice de ferraris es superior al de parados.

Es la Copa de Europa y Mónaco huele a dinero, no a fútbol. Esto no es Manchester, ni Milán, ni Múnich. No ha...

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El Madrid de los galácticos llegó ayer a Montecarlo, al rincón de las celebridades, a este parque temático de la opulencia que se ha animado a tener un buen equipo de fútbol. Es el Mónaco y le cuesta hacerse un nombre. No es extraño. Hay algo de irreal en la relación entre un equipo de fútbol y un lugar colgado de los farallones mediterráneos, sin apenas un centímetro cuadrado de espacio libre, un paraíso fiscal donde el índice de ferraris es superior al de parados.

Es la Copa de Europa y Mónaco huele a dinero, no a fútbol. Esto no es Manchester, ni Milán, ni Múnich. No hay nada apremiante en el ambiente. No existe la electricidad de las grandes jornadas de fútbol. Se advertía en la expedición madridista, relajada, sin la tensión característica en la vigilia de los partidos cruciales. Éste lo es, pero no lo parece. Zidane se quejó de esta atonía. "No me gusta la relajación que he visto", declaró el astro francés; "el Mónaco es un buen equipo. Si no tomamos este partido con la seriedad que merece, nos quedaremos fuera".

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Las palabras de Zidane retratan la situación del Madrid frente a un partido que le presenta algunas complicaciones. Es cierto que sale con dos goles de ventaja, pero su margen de maniobra no es demasiado amplio. Recibió dos tantos en el Bernabéu, circunstancia que le coloca ante la necesidad de marcar algún tanto para jugar con alguna tranquilidad. Los antecedentes son satisfactorios en este sentido. Es difícil que el Madrid no anote fuera de su estadio. Así ha administrado gran parte de sus éxitos en Europa: no importa las facilidades defensivas que conceda porque su ataque es un martillo pilón.

El regreso de Ronaldo ha devuelto al equipo a la situación de comodidad que se interrumpió con la lesión del brasileño. Ronaldo tiene la virtud de alterar los partidos en beneficio del Madrid con independencia del juego del equipo. Es la sensación que preside las vísperas del encuentro, que verá el retorno de Roberto Carlos después de los dos partidos de sanción y la titularidad de Borja en vez de Beckham, suspendido, cuya ausencia se hace más notoria en un lugar que valora tanto a los famosos del couché. No hay otras novedades en el Madrid, dispuesto a controlar al máximo el tempo del juego. Lo dijo Carlos Queiroz, el entrenador: "No podemos contrariar el estilo del Madrid. Si lo hacemos, sufriremos".

El Mónaco tendrá que hacer un ejercicio de fe en solitario. El campo se llenará, pero en la ciudad reina un silencio poco futbolístico. Es el precio de lo artificial. Didier Deschamps, su técnico, parece decidido a jugar con todos los artilleros. Jugarán, pues, Morientes y Giuly, el futbolista más interesante del Mónaco. También, el gigantesco Prso, el croata que aterrorizó al Deportivo en la primera fase de la competición. Será, por tanto, una noche intensa para la defensa del Madrid.

Mónaco: Roma; Ibarra, Rodríguez, Givet, Evra; Giuly, Plasil, Cissé, Rothen; Morientes y Prso.

Real Madrid: Casillas; Míchel Salgado, Helguera, Raúl Bravo, Roberto Carlos; Figo, Solari, Guti, Zidane; Raúl y Ronaldo.

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