Vuelta a la rutina municipal con el viento en contra

Cuando el PP propuso en 1995 a Teófila Martínez que fuera candidata a la alcaldía de Cádiz, a la entonces diputada nacional no le hizo ni pizca de gracia. Nueve años más tarde, Martínez vuelve de lleno a la ciudad que la encumbró políticamente. Tras un año en el que sus actos como presidenta del PP andaluz han triplicado sus apariciones como regidora, la cuestión es con qué ilusión retorna Martínez al municipio con el que, según ha confesado en reiteradas ocasiones, tiene un compromiso "personal", que "va más allá de cualquier obligación política".

Sus dos primeros mandatos como ...

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Cuando el PP propuso en 1995 a Teófila Martínez que fuera candidata a la alcaldía de Cádiz, a la entonces diputada nacional no le hizo ni pizca de gracia. Nueve años más tarde, Martínez vuelve de lleno a la ciudad que la encumbró políticamente. Tras un año en el que sus actos como presidenta del PP andaluz han triplicado sus apariciones como regidora, la cuestión es con qué ilusión retorna Martínez al municipio con el que, según ha confesado en reiteradas ocasiones, tiene un compromiso "personal", que "va más allá de cualquier obligación política".

Sus dos primeros mandatos como alcaldesa (1995-2003) se caracterizaron por su omnipresencia por todos los rincones de Cádiz, ciudad que se pateaba a diario con su séquito de concejales supervisando hasta el más mínimo detalle. Tras lograr mayoría absoluta en 2003, empezó a viajar por Andalucía para preparar la candidatura autonómica, lo que se ha notado en exceso en la ciudad.

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El control personal de todas las decisiones municipales y su negativa a delegar han ralentizado la gestión diaria del Ayuntamiento, lo que ha abierto una brecha en la comunión que mantenían Martínez y los gaditanos.

Su perfil de trabajadora compulsiva y defensora de los intereses de Cádiz fueron olvidados por los ciudadanos en dos momentos recientes: las letras del carnaval -un termómetro de cómo palpita la ciudad- le recriminaron que "buscara el sillón de San Telmo", sede de la presidencia de la Junta, en lugar de conservar el de alcaldesa, y en la multitudinaria manifestación de Cádiz para condenar los atentados del 11 de marzo. Ese día uno de los cánticos más repetidos fue: "¿Dónde está, no se ve, la Nancy del PP?". En esos momentos, Martínez estaba en Sevilla.

Estos episodios no pasaron desapercibidos el día de las elecciones. La ciudad de Cádiz dejó de ser el feudo inexpugnable de Martínez, que ganó las autonómicas por apenas un millar de votos, cuando en 2000 sacó al PSOE más de 17.000 sufragios.

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Martínez vuelve a dedicarse casi exclusivamente a Cádiz en un momento en el que ya no tendrá el viento de popa. Ya no cuenta ni con el ministro de Economía en funciones y su mentor político, Rodrigo Rato, para hacerle reivindicaciones, ni con la Zona Franca, dependiente del Ministerio de Hacienda, que ha auspiciado un buen número de iniciativas municipales.

Con la victoria del PSOE en las generales, las ayudas menguarán, sin olvidar que los socialistas fiscalizarán la gestión del PP en el recinto fiscal e intentarán responsabilizarla de las irregularidades cometidas en este organismo del que es presidenta. Además, Martínez, para cumplir su gran promesa electoral, el segundo puente de Cádiz, tendrá que pelearse con una vieja conocida, Magdalena Álvarez, ex consejera andaluza de Economía y próxima ministra de Fomento.

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