ANÁLISIS | NACIONAL

El jardín de senderos que se bifurcan

POCOS SOCIALISTAS se hubiesen atrevido la víspera del 11-M a pronosticar que su triunfo electoral cuatro días después sería tan rotundo. Al comienzo de la campaña, las aspiraciones de Zapatero se limitaban a ganar en votos (como había ocurrido con las elecciones municipales del 25-M), aunque esa victoria no se reflejase también en escaños. Sin embargo, la ventaja de cinco puntos -casi un millón trescientos mil sufragios- del PSOE (42,64%) sobre el PP (37,64%) ha permitido a los socialistas ganar igualmente por 16 diputados.

El sistema español beneficia comparativamente a las circunscrip...

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POCOS SOCIALISTAS se hubiesen atrevido la víspera del 11-M a pronosticar que su triunfo electoral cuatro días después sería tan rotundo. Al comienzo de la campaña, las aspiraciones de Zapatero se limitaban a ganar en votos (como había ocurrido con las elecciones municipales del 25-M), aunque esa victoria no se reflejase también en escaños. Sin embargo, la ventaja de cinco puntos -casi un millón trescientos mil sufragios- del PSOE (42,64%) sobre el PP (37,64%) ha permitido a los socialistas ganar igualmente por 16 diputados.

El sistema español beneficia comparativamente a las circunscripciones electorales menos pobladas. Las serias distorsiones introducidas en la representación proporcional -aplicada según la regla D'Hondt- por el mínimo de escaños asignado a cada distrito abstracción hecha de su demografía (dos diputados para cada provincia y uno para Ceuta y Melilla) explican que un escaño en Madrid cueste casi cuatro veces más votos que en Guadalajara. La desigualdad es aún mayor en la Cámara alta: un senador necesita en Barcelona 45 veces más votos que en Soria para ser elegido. Según Josep M. Colomer (Cómo votamos. Gedisa, 2004), un partido podría conseguir la mayoría absoluta del Congreso con el 33% de sufragios óptimamente distribuidos en las 38 provincias españolas sobrerrepresentadas. Dado que esa asimetría territorial ha favorecido históricamente a la derecha, una victoria electoral del PP por cinco puntos podría darle en el futuro esa mayoría absoluta del Congreso que ahora le ha sido negada al PSOE; pese a su derrota en la Cámara baja, el PP obtuvo el 14-M la mayoría relativa (102 sobre 208) de los senadores elegidos ese día.

El PSOE tiene varias alternativas a su disposición para emprender las negociaciones con otros grupos parlamentarios orientadas a conseguir la investidura de Zapatero como presidente del Gobierno

Aunque las desigualdades demográficas entre las circunscripciones electorales hayan dejado a los socialistas a 12 escaños de la mayoría absoluta, Zapatero tiene asegurada la investidura (en primera o segunda vuelta) y garantizada la presidencia de un Gobierno monocolor con apoyos variables durante la legislatura. Rajoy sacó a pasear durante la campaña electoral el grotesco espantapájaros de una impía alianza "todos contra el PP" si los populares no lograban la mayoría absoluta en el Congreso: la inquietante perspectiva de un Gobierno heterogéneo de coalición presidido por Zapatero y apoyado por 176 diputados de variopinto origen, frente a una homogénea y disciplinada oposición formada por 174 diputados del PP, trataba de provocar en los electores el vértigo de la inestabilidad y el pánico al abismo. La inteligente respuesta dada por Zapatero para disipar la pesadilla de esa jaula de grillos unida sólo por la ambición de poder de sus codiciosos inquilinos ha sido seguramente la clave de la victoria del PSOE: al renunciar de antemano a la investidura si no ganaba las elecciones en votos y al anunciar su propósito de gobernar en solitario (dos ideas clave de los mensajes de Felipe González en 1982 sobre el proyecto autónomo socialista), Zapatero logró movilizar otra vez el voto útil de la izquierda, de los antiguos abstencionistas y de los nuevos votantes.

Zapatero deberá caminar ahora por un jardín de senderos que se bifurcan para elegir a sus aliados a lo largo de la legislatura; a diferencia del relato de Borges, sin embargo, no deberá doblar siempre a la izquierda para llegar al patio central del laberinto. Abstracción hecha de los 148 diputados del PP, el PSOE podría alcanzar la mayoría absoluta de 176 escaños -necesaria para lograr tanto la investidura presidencial en primera vuelta como la aprobación de las leyes orgánicas- con la agregación a sus 164 diputados de otros 12 procedentes de los demás partidos con representación parlamentaria: CiU (10), ERC (8), PNV (7), IU (5), CC (3) , BNG (2), Chunta Aragonesista (1), EA (1) y Nafarroa Bai (1). De aquí a la primera sesión de investidura, los socialistas dedicarán todo su tiempo a estudiar las veredas de ese complejo laberinto y a negociar -de manera alternativa o complementaria- con los diferentes grupos los acuerdos y los pactos que les permitan afrontar con relativa tranquilidad la próxima legislatura.

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