Crítica:POESÍA

El misticismo estético de Eielson

Leída ahora en su recorrido completo, que abarca sesenta años de producción, se puede entender la poesía de Eielson como un gesto, en el sentido vanguardista de la expresión: como un proyecto en el que importa menos la intensidad lírica de cada poema que la apuesta por una forma -cambiante, en perpetua incertidumbre y reelaboración- de tratar la palabra como material constructivo. En tanto artista-poeta, hay una vertiente en la que Eielson trabaja el lenguaje en su esencia gráfica, corpórea, escritural. De allí la atracción por el caligrama, como un polo que imanta cada verso y que se h...

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Leída ahora en su recorrido completo, que abarca sesenta años de producción, se puede entender la poesía de Eielson como un gesto, en el sentido vanguardista de la expresión: como un proyecto en el que importa menos la intensidad lírica de cada poema que la apuesta por una forma -cambiante, en perpetua incertidumbre y reelaboración- de tratar la palabra como material constructivo. En tanto artista-poeta, hay una vertiente en la que Eielson trabaja el lenguaje en su esencia gráfica, corpórea, escritural. De allí la atracción por el caligrama, como un polo que imanta cada verso y que se hace especialmente visible en uno de sus últimos libros y el más extenso de todos, Sin título (escrito entre 1994 y 1998, y publicado originalmente por Pre-Textos, Valencia, 2000). Páginas que recuerdan no tanto a Apollinaire como a los poemas romboidales o en forma de reloj de arena del Dylan Thomas de Vision and Prayer. Pero lo material en Eielson busca además otro grado de complejidad, con una aspiración de absoluto en el que lo arcaico formara un torbellino que absorbiera el porvenir. Así escribe el cubano José Kozer sobre la primera composición de Sin título: "El poema juega con el alpha, el aleph, la primera letra del alfabeto. Una vez más, no se trata de un juego gratuito sino liberatorio. ¿Qué libera? Materia, materiales (...): se da el primer paso, que consiste en manifestar (recoger) la materia (palabra que viene del sánscrito MA y significa uno; y que da en nuestro idioma palabras como materia, madre, matriz, madera). Manifiesta la materia se inicia entonces el recorrido de la amistad que va de la amalgama de la materia a la luz participatoria".

VIVIR ES UNA OBRA MAESTRA

Jorge Eduardo Eielson

Ave del Paraíso. Madrid, 2003

447 páginas. 25 euros

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Lo que Kozer llama "luz partici-

patoria" apunta a la prominente veta mística de la poesía de Eielson, evidenciada desde la cita del Maestro Eckhart que encabeza Sin título. Veta casi hegemónica en su primera época, cincuenta años antes, como en Cuatro parábolas del amor divino (1943) y Reinos (1944, que José Miguel Oviedo consideró "una de las obras capitales de la poesía peruana"), donde san Juan de la Cruz es la figura tutelar. Pero un san Juan pasado por una apasionada lectura no sólo de César Vallejo, obligatoria para un poeta peruano, sino además de Rilke, en quien Eielson parece encontrar la posibilidad de un misticismo moderno, un punto de fuga en el que lo sublime y lo escatológico se funden en una única visión: "Y todo lo que igual a una plaga, inextinguible pero real / Transcurre entre los hombres y agita su plumaje. / Fosforescencia, día esmeralda de las tumbas...". Más tarde, Habitación en Roma (1952) será el esfuerzo por mostrar, en una serie de postales interiores, la desolación del americano en Europa, como epítome existencialista del destierro universal.

A partir de su encuentro con Octavio Paz, Eielson profundizó en su interés por la figura del gran esotérico de la poesía moderna: Mallarmé. Ptyx, de 1980, es una larga glosa del famoso 'Soneto en ix', que Paz había traducido y comentado en El signo y el garabato (1960), y a quien está dedicado el libro. Es una clave fundamental en el laborioso misticismo estético que va de los versículos de la primera época de Eielson al carácter mínimo de Nudos, su último título. Un camino que termina en despojamiento, como rizo que separa apenas el silencio del infinito: "Nudos que no dicen nada / Y nudos que todo lo dicen".

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