Columna

Del noroeste

No es fácil aprehender la península ibérica desde el Mediterráneo. Esta impresión parece un desatino, pero tal vez se trata de un hecho real. Porque el mapa manda y no es lo mismo estar en un borde que en el centro, al este que al oeste, al norte que al sur. Desde Valencia a veces el resto de España parece quedar en un poniente remoto y pétreo. Como si lo natural fuera seguir la línea de la costa en su camino hacia el oriente: Cataluña, el sur de Francia, Italia... Y si desde la Comunidad Valenciana no es fácil tener una visión de conjunto de España, más complejo aún resulta abarcarla desde Ca...

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No es fácil aprehender la península ibérica desde el Mediterráneo. Esta impresión parece un desatino, pero tal vez se trata de un hecho real. Porque el mapa manda y no es lo mismo estar en un borde que en el centro, al este que al oeste, al norte que al sur. Desde Valencia a veces el resto de España parece quedar en un poniente remoto y pétreo. Como si lo natural fuera seguir la línea de la costa en su camino hacia el oriente: Cataluña, el sur de Francia, Italia... Y si desde la Comunidad Valenciana no es fácil tener una visión de conjunto de España, más complejo aún resulta abarcarla desde Cataluña o las islas Baleares. Y no digamos desde las Canarias, allá en su África candente.

Todo lo contrario sucede si la mirada se efectúa desde Madrid, la gran plaza de los flujos geopolíticos peninsulares, aunque dejando fuera al lejanísimo Portugal. Desde Madrid se percibe mejor el estado, es cierto, con todos sus ritmos, comunidades, urbes y confines. Pero se trata de una óptica casi siempre lastrada por el reflejo centralista. Por una histórica desconfianza hacia la periferia.

Y llegamos así al noroeste, donde pretendía. Para recordar que los dirigentes de los tres grandes partidos que concurren a las elecciones del próximo domingo pertenecen a aquel mundo: gallego es Mariano Rajoy, asturiano Gaspar Llamazares y leonés Zapatero. Por supuesto que sólo los indocumentados asimilan un leonés a un castellano. Los leoneses son, somos, del noroeste, no del centro. Y ahora uno de estos tres hombres, desparejos y occidentales, de las tierras del olvido y la despoblación, de la España faulkneriana, será el nuevo presidente del gobierno. Por primera vez desde la recuperación democrática el jefe del ejecutivo no será de Madrid (Calvo-Sotelo, Aznar) ni de la recia Castilla (Suárez) ni del sur (González), sino del noroeste, de la España céltica; de la tierra de doña Letizia. Y el noroeste trae una mirada nueva que quiere alcanzar a todo el estado. Una mirada más escéptica y convivente; más brumosa y lúdica. Acaso más ibérica que española.

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