EL LIBRO DE LA SEMANA

J. Edgar Hoover contra Espartaco

SEGÚN CUENTA Howard Fast en un prólogo de 1996, Espartaco fue concebida en la cárcel, "un escenario idóneo para tal labor". Fast, afiliado desde joven al partido comunista, se había negado junto a otros a entregar al tristemente célebre Comité de Actividades Antiamericanas un listado de los miembros de un colectivo de ayuda a los refugiados de la República Española en Francia. Cuando recuperó la libertad después de tres meses, Espartaco, Varinia y Craso combatían, se amaban y odiaban ya en su cabeza. Pero no todo iba a ser más fácil a partir de entonces. El mismo Edgar Hoover se encargó...

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SEGÚN CUENTA Howard Fast en un prólogo de 1996, Espartaco fue concebida en la cárcel, "un escenario idóneo para tal labor". Fast, afiliado desde joven al partido comunista, se había negado junto a otros a entregar al tristemente célebre Comité de Actividades Antiamericanas un listado de los miembros de un colectivo de ayuda a los refugiados de la República Española en Francia. Cuando recuperó la libertad después de tres meses, Espartaco, Varinia y Craso combatían, se amaban y odiaban ya en su cabeza. Pero no todo iba a ser más fácil a partir de entonces. El mismo Edgar Hoover se encargó con sus amenazas de impedir que el libro fuese publicado en Little, Brown and Company. Más tarde, fue rechazado en otras siete editoriales. Finalmente, Howard Fast tuvo que editarlo con sus propios medios y la ayuda clandestina de amigos libreros, diseñadores, pintores y otras personas provenientes de los medios liberales. Hoover le bloqueó entonces la posibilidad del uso del correo para la venta directa a los lectores y se prohibió el libro en las bibliotecas públicas de Estados Unidos. A pesar de todo, para sorpresa de Fast y rabia de Hoover, que se la tuvo jurada muchísimo tiempo, 40.000 ejemplares se vendieron en un primer momento; y muchos más cuando el propio McCarthy cayó en desgracia y amainó en Estados Unidos el temporal de pánico, censura y temblor de piernas.

Cuenta Paco Ignacio Taibo II que, indirectamente, fue el propio McCarthy quien alentó la prolífica carrera de Fast. En una audiencia en el Senado, Fast consiguió irritar profundamente con sus conocimientos de la historia de Estados Unidos al gran inquisidor, que de pronto le espetó: "Lárguese y escriba un libro". Los escribió de toda clase: novelas históricas, reportajes periodísticos sobre la Segunda Guerra Mundial, cuentos de ciencia-ficción y multitud de novelas policiacas. Murió en marzo del año pasado, a los 88 años, en su casa de Connecticut.

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