GUIÑOS

Encuentro de culturas

La exposición Encuentro de culturas producido por el Centro Cultural Montehermoso de Vitoria es todo un ejemplo del buen uso que puede darse a los archivos y colecciones fotográficas. El proyecto surge de un reflexión sobre los movimientos migratorios, un fenomeno que afecta de manera ineludible a nuestra sociedad y que debemos ir encajándolo con naturalidad en nuestra vida cotidiana.

Para poner de manifiesto los matices más sobresalientes de estos vaivenes humanos se ha recurrido a fotografías conservadas en el Archivo Municipal, en el Archivo del Territorio Histórico de Álava y...

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La exposición Encuentro de culturas producido por el Centro Cultural Montehermoso de Vitoria es todo un ejemplo del buen uso que puede darse a los archivos y colecciones fotográficas. El proyecto surge de un reflexión sobre los movimientos migratorios, un fenomeno que afecta de manera ineludible a nuestra sociedad y que debemos ir encajándolo con naturalidad en nuestra vida cotidiana.

Para poner de manifiesto los matices más sobresalientes de estos vaivenes humanos se ha recurrido a fotografías conservadas en el Archivo Municipal, en el Archivo del Territorio Histórico de Álava y también a una serie de retratos de personas de distintos orígenes raciales realizados por el fotógrafo catalán Joaquín Olmo. Desde la fotografía puede descubrirse y atestiguarse que las ciudades, y por extensión los países donde se ubican, son un crisol de culturas provenientes de distintos pueblos y civilizaciones. Y para hacer patente esta fusión cultural se pone de manifiesto la necesidad de desplazarse que han tenido todos los pueblos.

Esta realidad, circunscrita a Vitoria, se plasma de manera simbólica con una foto del fondo José María Parra. Es una emotiva imagen de la antigua estación de autobuses local donde se palpa entre un gran bullicio de gentes la necesidad de desplazarse y de partir a la búsqueda de otras tierras, con la esperanza de encontrar una vida mejor. Como metáfora de fusión de culturas y comportamientos se recurre a una vista general de la calle Francia durante los años del seiscientos, donde se entremezclan peatones, ciclistas, motoristas, automóviles, tractores y madres empujando su cochecito de bebé.

De factura actual son las imágenes de personajes que representan los diferentes grupos culturales que conviven actualmente en nuestras ciudades. Son planos de personajes que sirven a su vez para recordarnos los ritmos musicales, con raíces subsaharianas, rebotados desde el Caribe al mundo entero; la aportación gastronómica esparcida globalmente por emigrantes asiáticos instalados en lo que eufemísticamente denominamos mundo occidental; las expresiones artísticas, plásticas y artesanales, resultado híbrido de colonos y colonizados en tierras americanas que recorren por doquier mercadillos, galerías y museos, o incluso la articulación de sentimientos y emociones a través del lenguaje.

Concluyendo, es una exposición donde las fotografías, instaladas con mucho saber y esmero, descubren la pluralidad de nuestro entorno, el choque y fusión de culturas, para transmitir rotundamente nuestro carácter mestizo y acrisolado, una identidad construida en respuesta al entorno plural donde crece.

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