Japón afianza su recuperación con un crecimiento del 2,7% en 2003

La economía crece al ritmo más alto de los últimos 13 años

La economía de Japón creció un 2,7% en 2003, el mejor resultado anual en tres años gracias al aumento de las exportaciones, la inversión y el consumo debido al descenso del desempleo. La economía japonesa registró en los últimos tres meses del año pasado un ritmo de crecimiento del 7% (tasa intertrimestral anualizada), el más rápido en 13 años, lo que augura que este año puede ser para Japón el mejor en casi dos decenios.

Japón se encaminaba a perder el título de segunda economía del mundo. La crisis de 1998 asestó el golpe que faltaba a un declive que había comenzado a finales de los o...

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La economía de Japón creció un 2,7% en 2003, el mejor resultado anual en tres años gracias al aumento de las exportaciones, la inversión y el consumo debido al descenso del desempleo. La economía japonesa registró en los últimos tres meses del año pasado un ritmo de crecimiento del 7% (tasa intertrimestral anualizada), el más rápido en 13 años, lo que augura que este año puede ser para Japón el mejor en casi dos decenios.

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Japón se encaminaba a perder el título de segunda economía del mundo. La crisis de 1998 asestó el golpe que faltaba a un declive que había comenzado a finales de los ochenta con el estallido de su burbuja financiera. Ahora, tras casi dos decenios a salto de mata y los últimos cinco años sin dar pié con bola, parece que su suerte ha cambiado.

En los últimos tres meses de 2003, la economía japonesa registró un crecimiento del 1,7% y cerró cuatro trimestres consecutivos de buen crecimiento. En todo el año, el PIB creció el 2,7% y registró una tasa de crecimiento intertrimestral anualizada (el crecimiento del último trimestre proyectado al conjunto del año) del 7%, el ritmo más veloz de los últimos 13 años.

El primer dato (2,7%), que mide el crecimiento real en el último año, es el que se utiliza en la UE (0,7% para el mismo periodo). El segundo (7%), que se usa para determinar el crecimiento estadounidense (4% para el mismo periodo), permite anticipar la tendencia futura.

La mayoría de los expertos levantaba ayer las cejas sorprendidos por ese 7% porque sus previsiones no llegaban en el mejor de los casos a la mitad de ese porcentaje. La economía japonesa venía registrando un crecimiento sostenido desde el primer trimestre del año pasado, pero el repunte de los últimos tres meses dejó a todos boquiabiertos, incluyendo al propio Gobierno de Junichiro Koizumi.

Los pilares del crecimiento de los últimos meses se pueden identificar perfectamente. En primer lugar las exportaciones, especialmente de productos electrónicos y automóviles, se incrementaron un 4,2%. Para lograr este aumento, el Banco de Japón no ha parado de vender yenes a lo largo del año pasado para mantener la moneda lo más depreciada posible frente a un dólar cuyo valor no para de caer.

El banco central ha invertido durante 2003 unos 150.000 millones de euros para rebajar el valor del yen frente al dólar y, a pesar de ello, la moneda japonesa se revalorizó un 10% frente a la estadounidense (la mitad que el euro). Esta apreciación no malogró la competitividad de las exportaciones japonesas.

Tirón del consumo

Buena parte del crecimiento se debió a cuestiones internas, en especial a la inversión privada, que se incrementó un 5,1%. La buena marcha de las ventas externas impulsó a las empresas a invertir en la expansión de sus negocios. Esto contribuyó a que el paro se redujese en Japón al 4,9% en diciembre, la tasa más baja desde junio de 2001. La creación de empleo cerró el círculo de la recuperación permitiendo que el consumo de los hogares aumentara el 0,9% en el último trimestre, más del doble sobre los tres meses anteriores.

La pieza clave que encaja perfectamente en el creciente clima de optimismo en Japón es la situación de la banca. El año pasado, los cuatro mayores bancos japoneses (Mizuho, UFJ, Mitsubishi Tokio y Sumitomo Mitsui) obtuvieron beneficios por primera vez en más de un decenio gracias a la imposición por parte del Gobierno (tras cinco años intentándolo) de duras medidas para el saneamiento de la banca que acumulaba créditos impagos por valor de unos 400.000 millones de dólares.

El plan se ha seguido al pie de la letra. El Ejecutivo japonés, con Koizumi y el ministro de Finanzas, Heizo Takenaka, a la cabeza, ha forzado fusiones entre entidades, nacionalizado o liquidado los bancos más insolventes y limitado la concesión de nuevos créditos. Por su parte, Toshihiko Fukui, al frente del Banco de Japón, ha comprado acciones de las entidades más endeudadas para aliviar sus pérdidas.

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