Columna

Duendes

Admito que en las doscientas veinte columnas que llevo publicadas en este periódico se han colado erratas de color muy diverso. Las ha habido ingenuas, inocentes, pero también porculeras y traidoras, de esas que le dan la vuelta al artículo y dejan en evidencia al autor. Hoy apenas hay intermediarios entre el columnista y el ejemplar impreso: sólo el correo electrónico y esos duendes que manipulan el azar, la conciencia y la informática. En otro tiempo, el proceso era mucho más retorcido. El columnista escribía o dictaba su texto, éste llegaba a la bandeja de redacción y de ahí pasaba a los li...

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Admito que en las doscientas veinte columnas que llevo publicadas en este periódico se han colado erratas de color muy diverso. Las ha habido ingenuas, inocentes, pero también porculeras y traidoras, de esas que le dan la vuelta al artículo y dejan en evidencia al autor. Hoy apenas hay intermediarios entre el columnista y el ejemplar impreso: sólo el correo electrónico y esos duendes que manipulan el azar, la conciencia y la informática. En otro tiempo, el proceso era mucho más retorcido. El columnista escribía o dictaba su texto, éste llegaba a la bandeja de redacción y de ahí pasaba a los linotipistas que picaban, corregían y maquetaban el trabajo antes de llegar a las rotativas. Uno de aquellos colaboradores dictó a su secretaria un artículo que decidió titular El arca de Noé. La eficaz mecanógrafa erró en una tecla u oyó mal, el caso es que escribió El arpa de Noé. Cuando el trabajo cayó en manos del linotipista de turno, que era culto de afición y relisto por sus huevos, sufrió el cambio definitivo, ya que un lector avezado como él sabía de sobra que no fue Noé, sino otro personaje bíblico, quien tocaba el arpa. Discurrido lo cual, resolvió a su sólido entender y dejó la columna tal y como apareció a la mañana siguiente, con el hermoso título de El arpa de David.

Casos como éste abundan sin duda, pero hay otros que, sin ser exactamente errores de forma, alteran igualmente la noticia y confunden al lector. Se trata del informador mal informado que da su interpretación del suceso. Ocurrió el domingo en el distrito Marítimo de Valencia: discusión y recíproco homicidio de dos hombres ante la presencia de una mujer. Un periódico lo tituló Dos hombres se matan a cuchilladas durante una supuesta pelea pasional; otro dijo que Dos hombres se matan a puñaladas tras haberse conocido por Internet. Según el primero, el asunto se libró entre esposo y amante. El segundo afirmaba que la esposa desconocía hasta el nombre del tercero en discordia. En todo caso ¿se conocieron a través de un chat? ¿Se trataba de una vieja relación? El resultado, a fin de cuentas, es el mismo: dos cadáveres y un montón de duendes alterando esa compleja realidad que cada uno pinta a su modo.

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